Con origen en el vocablo latino referens, la noción de referente sirve para hacer mención a la persona u objeto que hace referencia o refleja relación a algo. El término suele aprovecharse para nombrar a quien sobresale y es, por lo tanto, un exponente o un símbolo dentro de un determinado ámbito. Por ejemplo: “Manu Ginóbili es el máximo referente del básquetbol argentino”, “El equipo necesita un referente que pueda hacerse cargo de la presión de los jugadores más jóvenes”, “El dirigente asesinado es un referente del partido socialista turco”.
Si se observa detenidamente, la naturaleza repite en todas sus especies una estructura jerárquica que, como es de esperarse, consta mínimamente de dos partes: una constituida por la mayoría que sigue a la otra, formada por pocos individuos (a veces uno solo) que guía al resto. En términos creados por el ser humano, las manadas de animales siguen a sus líderes, las abejas obreras trabajan para alimentar y cuidar a su reina, y las personas dependemos de las decisiones de nuestros gobiernos.
Pero desde nuestro nacimiento nos sometemos a relaciones donde reina el poder; nuestros padres o tutores son los referentes que debemos imitar para aprender a caminar, a comer, a hablar y a interactuar con otros seres vivos, así como con los objetos que nos rodean. Los ejemplos que nos brindan son muchos y de características muy diversas, y confundir en un solo grupo todas sus influencias es uno de los peores y primeros errores que cometemos los seres humanos.
Ejemplos de referentes
Un padre que trabaja responsablemente y que usa su dinero para proporcionar comodidades y oportunidades a su familia (sin adentrarnos en los detalles particulares) puede ser un buen referente para sus hijos en cuanto a la manera de hacerse cargo de sus obligaciones; sin embargo, si ese mismo hombre apoya el maltrato a los animales, o se burla de las personas que presentan defectos físicos muy evidentes, o si desprecia a los individuos de otras razas, entonces ese aspecto no debería servir de referencia.
Fuera del ámbito familiar, los adolescentes suelen buscar referentes en personajes famosos, especialmente en músicos y deportistas. Nuevamente, si se enfocaran netamente en el aspecto profesional de las estrellas, no habría problema alguno en tomarlos como ejemplos a seguir. Sin embargo, el fanatismo provoca que se nuble la capacidad de distinguir entre el ser humano y el ícono, lo cual genera una adoración indiscriminada y peligrosa, convirtiendo a los ídolos en referentes absolutos.
El concepto en la semiótica
En el campo de la semiótica, en cambio, se conoce como referente a uno de los elementos que componen el signo basado en el objeto concreto y real al que hace mención. El referente del signo árbol, por citar un caso específico, es el elemento físico compuesto por el tronco, las ramas, las hojas, etc.
Los signos están conformados por significado, significante y referente. Algunos signos, sin embargo, carecen de significado lingüístico, como los nombres propios. El nombre “Carlos” no refiere a una única persona o a un sujeto invariable, sino que hay muchos individuos con el mismo nombre.
El referente según Peirce
Charles Sanders Peirce define el signo lingüístico como una entidad de tres caras. El significante es el soporte material (captado por los sentidos), el significado es la imagen mental (la abstracción del signo) y el referente es el objeto real.
Peirce clasifica a los signos de distinta manera según su relación con el referente. Cuando el signo comparte alguna semejanza o analogía con su referente, se habla de ícono (una estatua puede ser un ícono que representa a una personalidad).
Si el signo mantiene una relación directa con el referente, se clasifica como índice. Una mancha en el techo, por ejemplo, puede ser un índice de humedad.
Un símbolo, por último, es un signo que tiene un vínculo arbitrario o convencional con su referente, como las palabras escritas o habladas.