Una reforma constitucional es un cambio en la Constitución de un Estado. La manera en la que se desarrolla esta modificación depende de cada país: por lo general, se reúne una convención o asamblea constituyente, cuyos integrantes proponen, debaten y aprueban los eventuales cambios.
Para entender con claridad este concepto primerio es necesario determinar con antelación el significado de las dos palabras que lo forman. Reforma es un sustantivo que hace referencia a una modificación que se efectúa sobre una estructura; antes de llevarse a cabo, debe ser analizada y programada con rigurosidad, habiendo constatado las posibles consecuencias y perjuicios que puede acarrear.
Constitucional, por su parte, es un adjetivo que se utiliza para referirse a todo aquello que esté vinculado a la Constitución (el conjunto de normas fundamentales que regulan el funcionamiento de un Estado).
Objetivos de una reforma constitucional
A grandes rasgos podemos decir que una reforma constitucional tiene como finalidad volver más sencilla y justa la vida entre los ciudadanos de un Estado. Su objetivo es revisar la Constitución y reemplazar o agregar normas sin cambiar la esencia de la Carta Magna.
Generalmente estos cambios tienen como objetivo actualizar normas que se han aprobado hace mucho tiempo y que resultan anacrónicas a la época en que se vive o incluso presentan algún tipo de injusticia ética o moral contra personas o grupos de personas que forman parte de esa sociedad. Otra posibilidad es que la reforma corrija o explique normas que suelen generar controversias. En este caso, no se trata de reemplazar la norma, sino de adaptarla a la realidad concreta.
Es importante destacar que la Constitución brinda el soporte para el ordenamiento jurídico, político y social de un Estado: por eso no puede ser reformada para la conveniencia del gobierno de turno. Los mecanismos para la reforma constitucional son especiales y tienen en cuenta diferentes perspectivas y visiones para evitar que los cambios sean funcionales a un único sector de la sociedad.
Entre las reformas constitucionales de las últimas décadas, podemos mencionar la reforma que tuvo lugar en 1994 en Argentina (que habilitó la reelección del presidente) y la reforma constitucional de España en 2011 (modificó un artículo vinculado al presupuesto).
Requisitos para establecer los cambios
El texto que forma parte de la Constitución, que recibe el nombre de Carta Magna, brinda una base sólida que no puede modificarse: allí se describen en detalle las reglas que deben seguirse en caso de que se desee realizar una modificación sobre las propias leyes constitucionales.
En general para llevar a cabo una reforma existen dos vías claras: la primera es sencilla y la segunda, más compleja. Si la reforma constitucional se lleva a cabo por la vía sencilla, el referéndum debe ser solicitado por alguno de los miembros del parlamento pero no es estricto que se realice una consulta ciudadana. Si se realiza por la vía compleja, los ciudadanos deben tener sí o sí parte y participación; es decir, es imprescindible que se realice una consulta al pueblo.
Dependiendo del tipo de modificación que se quiera hacer sobre la Constitución se deberá optar por la primera o la segunda vía. En general para que la reforma se apruebe el proyecto debe recibir el 3/5 de votos positivos en las cámaras; en caso de que no se llegue a alcanzar esa aprobación se puede formar una comisión paritaria y presentar un nuevo texto con la esperanza de que el Congreso lo apruebe en el futuro.
Es importante señalar que si la reforma que desea hacerse afecta a las instituciones básicas del Estado, las exigencias son mayores y los pasos a seguir más exhaustivos. Dichas exigencias se encuentran detalladas en cada Carta Magna y son propias de cada Constitución.