Se conoce como reformismo a la posición y la doctrina que impulsan una modificación pacífica y paulatina de una situación social, política o de otra clase. Mientras que el reformismo propone una transformación gradual, un movimiento revolucionario busca un cambio abrupto y profundo.
Reforma escalonada
Lo que busca el reformismo, por lo tanto, es introducir una reforma escalonada. Generalmente su intención no es eliminar un sistema o derrocar un gobierno, sino lograr una mejora en determinados aspectos.
Muchas veces el reformismo apuesta por el consenso para conseguir sus objetivos. La finalidad es avanzar de forma progresiva hacia aquello que interpreta como favorable para el bien común.
Sin embargo, desde algunos sectores extremistas se considera que el reformismo implica ceder a las demandas de la oposición o rendirse. Los fundamentalistas no aceptan los avances graduales del reformismo: por el contrario, promueven una revolución para que la estructura en cuestión mute de forma violenta.
Para la izquierda revolucionaria, en este sentido, el reformismo no incide en los pilares del capitalismo, con lo cual sigue permitiendo la explotación. Se trata de una alternativa burguesa que reemplaza a la lucha obrera en pos del socialismo.
Marx y Lutero
Así, de acuerdo al marxismo, el reformismo es un recurso de la derecha debido a que atenta contra el derrocamiento del capitalismo y contra la implantación de un régimen socialista. Si bien admite la utilidad de exigir reformas favorables a los obreros bajo un sistema capitalista, las toma como una herramienta adicional a la lucha de clases.
El reformismo de Martín Lutero, en tanto, buscó que el catolicismo recupere las características del cristianismo primitivo. Es decir, quiso cambiar la Iglesia católica y no crear una nueva.
Socialismo cristiano
Podemos distinguir al menos tres fuentes fundamentales a la hora de estudiar la teoría del reformismo. Una de ellas es la cristiana, donde podemos destacar al autodenominado socialista cristiano Karl Polanyi, un filósofo y científico según el cual el liberalismo económico era una utopía que podría haber acabado con las bases políticas y materiales de la sociedad moderna.
Para el economista Alfred Müller-Armack, la competencia y el mercado son el mejor camino para la organización de la economía. Sin embargo, no olvidemos que ésta debe servir a la humanidad, de manera que es necesario regularizarla para que beneficie a la sociedad.
Volviendo a Polanyi, fue a través de su trabajo que surgió la democracia económica, un concepto que exige la consideración de los sectores interesados a la hora de practicar la economía, además de los intereses corporativos. Esto significa que debemos pensar también en los propietarios, los sindicatos y la comunidad en general. El filósofo francés Jacques Maritain, por su parte, destacó en América Latina y Europa por su labor en la democracia cristiana.
Liberalismo social
Otra fuente importante de la teoría reformista viene del liberalismo social. En este caso se enfatiza la importancia de alcanzar la igualdad social, sobre todo en lo que refiere las oportunidades. El filósofo británico Thomas Hill Green creía que no era posible desarrollar nuestro potencial como especie de manera aislada, sino que para ello necesitamos de la comunidad.
La sociedad, precisamente, puede promover dicho desarrollo y para ello debería girar en torno al bien común, sobre la base de la democracia. En este punto debemos mencionar al economista John Stuart Mill, quien señalaba que el gobierno podía alcanzar su máximo exponente gracias a la democracia, y que ésta también sirve para nuestro desarrollo. La razón es que solamente por medio de un espacio abierto de discusión y reflexión es posible corregir nuestros errores y mejorar. Dicho de otra manera, argumentaba que vivir, tener experiencias, pero no reflexionar o debatir en torno a ellas no es suficiente para avanzar.