La noción de rococó se utiliza en el ámbito del arte para aludir a un estilo. Se trata del barroco que nació en el siglo XVIII en el territorio francés, el cual se distingue por la decoración refinada y exuberante.

Los inicios del rococó se ubican en torno a 1730. Sin embargo, el concepto fue acuñado varias décadas después, supuestamente por un discípulo del pintor Jacques-Louis David que habría asociado los términos rocaille (el ornamento hecho en imitación a las rocas) y baroque (es decir, barroco).
En principio la connotación de rococó fue peyorativa. Con el paso del tiempo, los historiadores del arte pasaron a denominar de este modo al estilo inspirado en la mitología y en la naturaleza, caracterizado por el uso de tonalidades claras y luminosas.
El rococó apuesta por la sensualidad y lo exótico, representando los vínculos humanos y el amor. La religión no suele estar presente en sus obras y desarrollos, pese a que hay una vertiente que aparece en la ornamentación de iglesias católicas (el rococó sacro).
Es posible encontrar manifestaciones del rococó en la escultura, la pintura, la arquitectura, la moda y el diseño de muebles, por ejemplo. Ya acercándose al siglo XIX su popularidad cayó, aunque luego tuvo periodos de repunte.
Pintores como el español Francisco de Goya y el francés Jean-Baptiste Oudry; arquitectos como el alemán Dominikus Zimmermann y el italiano Bernardo Antonio Vittone; y escultores como los franceses Étienne-Maurice Falconet y François Gaspard Adam son exponentes históricos de diversas expresiones del estilo rococó.