Un sello es un utensilio con imágenes grabadas que, mediante la impresión de una tinta sobre una superficie, permite dar autorización o conformidad a una documentación o cerrar un pliego. Es habitual que esta marca, que también se conoce como sello, se realice junto a una o varias firmas.
Los sellos, término proveniente del latín sigillum, fueron creados por las poblaciones antiguas de Egipto y la Mesopotamia. Fabricados en piedra, metal o materiales cerámicos, permitían lacrar cartas y diversos registros.
La invención de la prensa, con la aparición de los tipos móviles, ayudó a la masificación del sello. Con el tiempo, algunos sellos comenzaron a incluir una almohadilla que presenta la tinta que se utiliza, lo que facilita su uso.
Uso más habitual del sello
El uso más habitual del sello se encuentra en los organismos estatales, donde el marcado de documentos es muy habitual. Los servicios postales, por otra parte, utilizan sellos para dejar sin utilidad las estampillas (o sellos postales).
Se conoce como sello fechador a aquel que, con piezas móviles, permite modificar la fecha para marcarla en una superficie. El sello numerador, por su parte, modifica secuencialmente la marcación y hace que el sellado sea más sencillo en el marco de un proceso continuo.
Reconocimiento de la calidad
Un sello de calidad es un visto bueno que se da a un producto o servicio en particular, luego de contrastar sus características con una serie de criterios que son definidos con anterioridad por normas preestablecidas. Esta marca, que puede tener distintas formas, colores y tamaños, suele inspirar confianza en los consumidores, ya que les asegura que su transacción será satisfactoria y legal.
Cabe mencionar que el proceso necesario para obtener dicho certificado es absolutamente voluntario, por lo cual su ausencia no es sinónimo de falta de ética y, en un caso ideal, no debería ser motivo de sospechas.
El término sello también se usa para nombrar al fragmento de papel que se adhiere a algunas documentaciones para otorgarles legitimidad y a la marca registrada o compañía vinculada a la industria musical o editorial (“El cantante firmó un contrato con un sello que está dispuesto a editar su disco conceptual”).
La caída de los sellos discográficos
Los sellos discográficos han sufrido diversos cambios estructurales en los últimos años, dada la aceptación masiva de la música digital y la proliferación de la piratería hasta alcanzar un estado propio de una actividad legal. Empresas colosales que en una época no muy distante gozaron de un poder «semidivino», hoy no resultan más importantes que un canal de YouTube para una persona talentosa que desee promocionarse.
Esto tiene su lado positivo, ya que resulta injusto que un grupo reducido de personas resuelvan que un músico no reúne las aptitudes necesarias para triunfar en la industria, cuando en última instancia, su potencial audiencia podría alcanzar las decenas de millones, en diversos países de todo el mundo. Gracias a las posibilidades que nos brinda Internet, hoy en día es el público quien da su veredicto en primer lugar, sin conocimientos de mercado ni porcentajes flotando en sus mentes.
La parte negativa es que la libertad es imposible de alcanzar en el sistema al que pertenecemos, ya que se basa en delegar responsabilidades: permitimos que otros eduquen a nuestros hijos, que decidan qué necesitamos comer, que nos ofrezcan planes para divertirnos los fines de semana y que nos digan qué debe gustarnos.
La decadencia de las compañías discográficas dio pie al nacimiento de sellos independientes, los cuales comenzaron con mucha humildad y pasión, pero que gradualmente fueron cobrando más y más importancia, lo cual atrajo a más artistas e incrementó los dígitos de sus cheques. Con el tiempo, mientras las personas fijan sus miradas en las distracciones del consumismo, los gigantes se levantan nuevamente.