La tarde es el periodo de la jornada que comienza al mediodía y se extiende hasta el inicio de la noche. Puede decirse que la tarde, por lo tanto, finaliza al anochecer.
Por ejemplo: “Esta tarde voy a visitar a la tía Laura”, “La próxima sesión de la Cámara de Diputados tendrá lugar el viernes próximo por la tarde”, “A la tarde se cortó la luz, pero por suerte restablecieron el servicio antes del anochecer”.
Tarde como horario avanzado
La idea de tarde también se emplea para referirse a aquello que se lleva a cabo en un horario avanzado, tanto de la noche como del día: “Hoy vamos a almorzar tarde: ya son las once de la mañana y aún tengo mucho trabajo por delante”, “No creo que la fiesta termine muy tarde ya que mañana todos tenemos que levantarnos temprano”, “Mi abuelo suele cenar tarde”.
Como puede apreciarse en los ejemplos, esta acepción del término es relativa, ya que debe medirse en base al concepto de temprano.
Más allá del tiempo convenido
Tarde, por otra parte, es un adverbio de tiempo que sirve para describir acciones o situaciones que se concretan cuando ya ha pasado el horario habitual o conveniente, o que se desarrollan más allá del tiempo establecido previamente: “El jefe se enfadó porque llegué tarde a la oficina”, “¿Ya es tarde para tomar el tren hacia Londres?”, “Procura no llegar tarde así conseguimos sentarnos en las primeras filas”.
Una vez más, el concepto puede oponerse a la noción de temprano, tomando como parámetro el horario que se considera exacto, preciso o puntual. Supongamos que una función teatral está anunciada para las 20 horas. Si el espectáculo comienza a las 19:30, podrá decirse que empezó temprano. En cambio, si la función se inicia a las 21 horas, habrá empezado tarde.
Tendencia a llegar tarde
Hay personas que tienen una especial tendencia a llegar tarde a las citas, tanto a encuentros informales con amigos como a entrevistas de trabajo o consultas médicas. Esto suele ser visto como una falta de responsabilidad, aunque la psicología ha demostrado que en algunos casos se trata de un trastorno bien definido: el llegatardismo.
Se considera normal un retraso de diez minutos o llegar tarde una vez cada tanto, pero la primera persona en ser diagnosticada con llegatardismo, el escocés Jim Dubar, excedía con creces dicho margen: ha dejado esperando más de cuatro horas a un amigo con quien había planeado hacer un viaje; a otro, junto al cual había decidido almorzar, le tocó una espera de tres horas. Si a esto sumamos que Jim ha perdido decenas de puestos de trabajo a causa de su impuntualidad, y que esto siempre lo angustió, queda claro que no se trata de un desliz o de falta de una organización deficiente.
La explicación del médico que diagnosticó esta enfermedad consistente en llegar tarde puede resumirse de la siguiente manera: el cerebro no es capaz de percibir con precisión el paso del tiempo desde el punto en el cual empieza a realizar una actividad. Esto, como se menciona más arriba, afecta todos los planos de la vida cotidiana, desde el profesional hasta el sentimental, y no siempre genera perjuicios en terceros: Jim también ha llegado tarde al cine, prácticamente para disfrutar de los créditos y volver a su casa frustrado.
Como si los enfados de amigos y familiares, los despidos y las funciones teatrales a punto de terminar no fueran suficientes, las personas que llegan tarde involuntariamente deben soportar la falta de apoyo y los reclamos de su entorno. A pesar de que este trastorno ya haya sido diagnosticado, muchas personas siguen creyendo que se trata de una falta de responsabilidad, y por esa razón no colaboran con sus conocidos llegatardistas.