Trabajo infantil es un concepto que se usa para nombrar al hecho de que los niños realicen ciertas actividades con fines lucrativos. El trabajo infantil suele asociase a la explotación ya que impide a los menores de edad gozar de sus derechos y desarrollarse con normalidad: el niño que es puesto a trabajar, por lo tanto, sufre una vulneración de sus derechos.
Aunque el concepto de trabajo tiene varias acepciones, el término suele emplearse con referencia a la actividad que se realiza a cambio de una remuneración. Infantil, por su parte, es aquello vinculado a la infancia (la etapa de la vida que va desde el nacimiento hasta la pubertad).
El trabajo infantil a lo largo de la historia
Durante mucho tiempo, no se consideró el trabajo infantil como algo negativo. Que los más chicos de la familia ayudaran a los adultos en la economía familiar era tomado como una parte normal de su desarrollo. Por eso muchos padres ponían a trabajar a los niños en el campo o en los comercios, por ejemplo.
Con los años, sin embargo, se entendió que, para que los niños puedan desarrollarse a nivel emocional y personal, resulta imprescindible que asistan a la escuela y que puedan disfrutar de su tiempo libre jugando o realizando actividades recreativas. El trabajo infantil, de hecho, fue prohibido por ley.
La Declaración de los Derechos del Niño
La Declaración de los Derechos del Niño, por su parte, recoge el derecho a la protección contra «cualquier forma de explotación». Este documento otorga un marco legal amplio a la persecución del trabajo infantil en todas sus vertientes.
De este modo, hoy se acepta que un niño que trabaja tiene sus derechos vulnerados. Su desarrollo saludable, por otra parte, se encuentra en riesgo. Por eso muchos gobiernos y organizaciones buscan erradicar el trabajo infantil.
Formas más graves de trabajo infantil
Si bien cualquier forma de trabajo infantil es negativa y debería estar prohibida, dados los puntos expuestos en los párrafos anteriores, existen ciertas actividades especialmente nocivas para el correcto desarrollo de una persona menor de edad. Por eso, para las organizaciones que abogan por la protección de los más pequeños, éstas son las que primero desean eliminar:
- Cualquier forma de esclavitud, ya sea directa o indirecta. En este grupo entran la servidumbre para saldar deudas de los padres (algo tan lamentable como normal en muchas culturas), la trata de niños y el reclutamiento a la fuerza o por imposición para desempeñarse en enfrentamientos armados (esto agrega a los traumas propios de la explotación la obligación de enfrentarse la muerte, cuando ni siquiera han terminado de comprender qué es la vida). Es importante entender y recordar que estas situaciones no siempre se dan con el consentimiento de los padres, sino que muchas veces los niños son secuestrados a causa de la falta de atención, por ejemplo, en medio de un viaje de vacaciones.
- La oferta, el reclutamiento o el uso de niños para la práctica de la prostitución, ya sea en encuentros privados o para su actuación en obras pornográficas. Aunque a las personas sanas esto pueda parecerles inconcebible, la prostitución infantil es uno de los negocios más rentables, en parte por los altos honorarios a los que da lugar su condición de clandestina. Personas de todos los ámbitos consumen este tipo de contenido y hacen uso de los retorcidos servicios, arruinando a cada paso la vida de miles de niños;
- El trabajo infantil también contempla la participación de los niños en actividades que se encuentren fuera de la ley, y en este caso destacan el tráfico y la producción de sustancias estupefacientes.
- Cualquier ocupación que pueda atentar contra su salud física, o que los ponga en riesgo de sufrir accidentes. Uno de los casos más comunes es la venta de productos a los conductores en la vía pública.