La noción de transfobia no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). La Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), de todos modos, reconoce el término como correcto.
La transfobia es el rechazo a los individuos transexuales o transgénero. Una persona transexual o transgénero, en tanto, es alguien cuya identidad de género no coincide con el sexo asignado en el nacimiento.
Es importante mencionar que transexual y transgénero pueden emplearse como sustantivo o como adjetivo. El acortamiento trans, por otro lado, también resulta válido.
Aquel que manifiesta transfobia es tránsfobo o transfóbico. Esta fobia se expresa a través de una actitud o un comportamiento agresivo hacia los transexuales, que puede incluir acoso, violencia física y hasta asesinato.
Así como ocurre con los términos homófobo y homofóbico, no importa qué indiquen los diccionarios de nuestra lengua, que señalan ambos como adjetivos y tan sólo el segundo como un posible sustantivo, en el habla cotidiana su uso se confunde y se adapta a las necesidades espontáneas de condenar este tipo de desprecio que tanto daño causa.
La transfobia implica discriminar. El tránsfobo no trata del mismo modo a los transexuales que al resto de las personas, sino que a los trans los invisibiliza, denigra, ataca, etc. Suele considerarse que la transfobia se basa en el sexismo y en entender que las categorías femenino/masculino son rígidas y excluyentes.
La misoginia y la homofobia también están presentes en la transfobia. Como los trans, los homosexuales y el resto de los sujetos que no encajan en la cisnormatividad y en la heteronormatividad desafían las normas sociales y las convenciones, los tránsfobos sienten miedo y odio ante el cuestionamiento de las estructuras mentales y culturales.
Una de las excusas clásicas de los homófobos y los tránsfobos es que pueden influir «negativamente» en los más pequeños, como si su sexualidad se tratara de una enfermedad contagiosa. Apoyados en esto, muchos movimientos consiguen la aprobación de las autoridades para continuar atacando y estigmatizando a los homosexuales y a los transexuales, tanto de forma directa como indirecta.
Es importante mencionar que la transfobia va más allá de las conductas individuales. La sociedad, a través de sus instituciones, tiende a estigmatizar y marginar a la comunidad transgénero, cuyos miembros enfrentan grandes dificultades para encontrar trabajo, acceder al sistema de salud, etc.
Una de las agresiones indirectas que la sociedad lanza contra estas personas de manera tan poco disimulada como justificada es ponerlas en una oración junto con los pederastas. ¿Cómo se puede comparar la sexualidad de una persona, algo que todos tenemos, con una tendencia retorcida y dañina que arruina la vida de miles de niños todos los días? La pederastia sí es una enfermedad, y quizás la peor, ya que conduce al individuo a sentir deseos sexuales por los menores de edad y, en la mayoría de los casos, a hacer lo posible por consumarlos.
También es muy común llamar a los transexuales por sus antiguos nombres, los que les impusieron de nacimiento, que también se conocen como «nombres muertos«. Este es un ataque muy bajo pero muy común, ya que no hacen falta más recursos para ejecutarlo que los viejos datos personales de la víctima. Así como cualquier otra agresión de este tipo, nunca se puede justificar, porque no existe una razón ni un disparador más allá del odio y el miedo.
El humor transfóbico es bastante normal, aunque año a año se condene cada vez más. Hasta la segunda década del tercer milenio, era común que el cine y la televisión provocaran la risa fácil con hombres vestidos de mujer, enfocándose en su complexión para causar gracia. Esto también nos recuerda que la transexualidad de alguien que nace en el cuerpo de una mujer pero se siente hombre es menos visible que la opuesta, así como el lesbianismo no se menciona tanto como la homosexualidad de los hombres.