Los orígenes etimológicos de ultrajar pueden rastrearse en el vocablo francés outrager. El concepto hace referencia a agraviar o maltratar.
Mancillar el honor
Quien ultraja a alguien o algo, lo injuria o lo denigra. Aunque el término tiene diferentes alcances, lo habitual es que se asocie a mancillar el honor. Por ejemplo: “No estoy dispuesto a dejarme ultrajar por nadie, incluso cuando mi actitud me haga perder el empleo”, “Siempre hay que recordar que los agentes de policía no tienen derecho a ultrajar a los ciudadanos, por más que se trate de delincuentes”, “Los manifestantes se dedicaron a ultrajar los símbolos patrios durante horas”.
En el primer ejemplo, el sujeto expresa su decisión de no pasar por encima de nadie, sin importar las consecuencias que esta postura de respeto hacia los demás pueda traerle en su lugar de trabajo. Evidentemente, su puesto le exige ciertas operaciones de moral cuestionable, pero él no está dispuesto a mancillar el honor de un tercero por el simple hecho de evitar que lo despidan.
La segunda oración nos habla de la tendencia de la policía a maltratar a los ciudadanos por medio del denominado abuso de poder, algo que lamentablemente muchas veces practica por diferentes razones. Resalta que los agentes de policía nunca deberían mancillar el honor de la gente, sin importar su trasfondo o sus acciones. Ellos están en la calle para protegernos y, salvo que un criminal atente contra su vida, para detener a quienes se saltan las normas y llevarlos a la comisaría para que comience un proceso de detención y juicio.
Ultrajar, en definitiva, se vincula a ofender. Se trata de un atentado contra la dignidad que puede materializarse a través de palabras o mediante acciones.
Ultrajar objetos inanimados
Es importante tener en cuenta que no solo se puede ultrajar a personas, sino también a símbolos. En muchas naciones, por mencionar un caso, ultrajar la bandera es un delito. Ultrajar imágenes religiosas también es un acto susceptible de castigo.
El ataque a la bandera también se conoce como profanación y engloba una serie de actos de tipo intencional mediante los cuales el delincuente la destruye, desfigura o daña. Por lo general, este tipo de delito tiene como objetivo llamar la atención de los dirigentes para manifestarse en contra de sus decisiones políticas. En algunas partes del mundo hay leyes específicas contra el ultraje de banderas, incluyendo la quema, pero también contra su uso en productos comerciales, entre otros casos.
Otra acción considerada aberrante es ultrajar un cadáver. Se entiende que esta conducta afecta a la memoria del fallecido y al honor de sus seres queridos. En este caso estamos frente a una situación que pocas personas podrían llevar a cabo, ya que por cuestiones de respeto y la sensibilidad que gira en torno a la muerte sentimos un rechazo automático a los cadáveres.
Un ataque sexual
En algunos países, la noción de ultrajar suele relacionarse específicamente con un ataque sexual. Un individuo es ultrajado cuando sufre una violación o un abuso, siendo sometido a prácticas de índole sexual en contra de su voluntad.
Como se puede advertir, ultrajar puede ser una transgresión de la ley o simplemente un acto condenable desde el punto de vista moral. Todo depende de cada situación en particular.
Si retomamos el término injuria, mencionado más arriba como un posible sinónimo de ultraje, notaremos en su etimología que sus componentes nos hablan de algo que va «en contra del derecho», es decir, de algo «injusto». No es necesario decir que un abuso sexual es injusto o que se opone al derecho de la víctima, ya que se trata de uno de los peores crímenes, con consecuencias físicas y psicológicas que pueden durar toda la vida e incluso conducir al suicido.