Unicato es un término que no es reconocido por el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Se trata de un concepto que suele emplearse en Argentina con referencia al abuso de poder que ejerce una autoridad.
La noción fue acuñada durante la presidencia de Miguel Ángel Juárez Celman (1886–1890). Su estilo personalista y la ubicación de hombres de su confianza en todas las esferas de poder hicieron que su gobierno fuera conocido como un unicato, ya que el “único” que tomaba las decisiones trascendentes era el propio presidente.
Características de un unicato
Un unicato, por lo tanto, es un régimen presidencialista. El presidente asume la totalidad del poder e interviene de modo directo en la mayoría de las decisiones, minimizando la importancia del congreso o el parlamento y dejando de lado, muchas veces, lo establecido por la Constitución Nacional.
Para el desarrollo de un unicato, es necesario que la máxima autoridad apele a prebendas y sanciones, premiando a aquellos que le obedecen sin cuestionamientos y castigando a quienes intentan mantener una cierta autonomía.
La presidencia de Juárez Celman
Julio Argentino Roca asumió la presidencia del territorio argentino en 1880 hasta el 13 de octubre de 1886, cuando cedió su cargo a su cuñado, Miguel Juárez Celman, quien hasta entonces había ocupado el puesto de senador. Este lazo no duró mucho, ya que al poco tiempo Celman se rebeló contra Roca.
El término unicato surgió a raíz del accionar de Celman, quien se convirtió simultáneamente en presidente del Partido Autonomista Nacional (conocido también por la sigla PAN) y de la Nación, y comenzó a ser usado tanto por el pueblo como por la prensa para describir la situación que vivía el país. Una de las característica más evidentes del unicato fue la concesión de privilegios a la provincia de Córdoba, donde había nacido Celman.
El unicato de acuerdo a los historiadores
Según han descubierto los historiadores, Celman procedió de este modo en parte a causa de los consejos que recibió de su círculo de amigos. Por citar un ejemplo, cuatro años antes de asumir la presidencia, recibió una carta de José Miguel Olmedo, entonces diputado por Córdoba, en la cual éste lo incitaba a hacer uso de su poder sin permitir que lo detuviesen las cuestiones personales o el plano sentimental, ya que eso sería equivalente al suicidio.
Por otro lado, el poeta Lucio Vicente López también lo influenció en contra de anteponer su amistad con los roquistas a su identidad como juarista, indicándole que era necesario distinguir ambos grupos con claridad sin importar las consecuencias.
Como puede apreciarse, el unicato acarrea una serie de ideas opuestas a la lealtad y los principios morales. De hecho, se dice que a Celman no le importaba el prestigio popular, sino que se enfocaba en acumular más y más poder.
Las personas que formaban parte del círculo jaurista, al cual se denominaba camarilla, eran las siguientes, entre otras: Lucio V. Mansilla, como presidente de la Cámara de Diputados de la Nación; Norberto Quirno Costa, como Ministro de Relaciones Exteriores y Culto; Luis V. Varela y Salustiano J. Zavalía, presidente de la Corte Suprema y camarista en lo Civil, respectivamente; y José Miguel Olmedo, José Figueroa Alcorta y Pablo Rueda, quienes integraban el grupo de los «amigos cordobeses».
Otros usos de la noción
Más allá de lo referente al periodo histórico específico de Juárez Celman como presidente argentino, la idea de unicato suele emplearse cuando un individuo ostenta un gran poder, no delega decisiones y no consulta a otros dirigentes.
Por ejemplo: “No podemos aceptar que este dirigente maneje el sindicato como un unicato: tenemos miles de afiliados que quieren expresarse a través del voto en asambleas”, “Es injusto que solo me critiquen a mí: esto no es un unicato, las decisiones las tomamos entre todos”.