Se denomina zona a un sector de una superficie o de un terreno. Turístico, por su parte, es una adjetivo que refiere a lo vinculado al turismo (la actividad que lleva a cabo una persona cuando viaja a un lugar distinto al de su residencia y pernocta en dicho sitio).
Una zona turística, de este modo, es un espacio que, por sus atractivos, seduce a una gran cantidad de visitantes. Una zona puede convertirse en turística por su belleza natural, su infraestructura de ocio, sus edificios históricos o su oferta de eventos, por citar algunas posibilidades.
La zona turística y otros espacios
Es posible diferenciar entre una zona residencial y una zona turística. Mientras que en la primera predominan las viviendas particulares, en la zona turística suele haber hoteles, restaurantes y otros establecimientos destinados al ocio y el descanso. También se puede distinguir entre una zona turística y una zona industrial, donde abundan las fábricas.
En una ciudad de grandes dimensiones, es habitual que convivan las zonas turísticas, las zonas residenciales y las zonas industriales. En una localidad X, su centro geográfico puede albergar un casco histórico que a su vez se haya convertido en una zona turística. La mayoría de los habitantes estables residen en el sector este (zona residencial), mientras que en el sector oeste hay una elevada concentración de industrias (zona industrial).
El rol de los visitantes
Todo esto nos demuestra que cada zona turística puede ofrecer oportunidades únicas, o bien muy diferentes a las demás, ya que el número de actividades que por lo general se asocian al turismo es muy alto. Si bien la costumbre común a la mayoría de estos espacios consiste en hacerse fotografías para llevarse un recuerdo de los paisajes y monumentos visitados durante el viaje, existen formas mucho más activas de involucrarse con una zona turística.
El buceo es quizás una de las disciplinas más populares en los destinos vacacionales que gozan de preciosas playas. Por un lado se encuentran los turistas que tienen experiencia como buceadores y buscan estas ciudades con el objetivo específico de sumergirse en aguas nuevas; pero también hay un gran porcentaje de gente para la cual el buceo es una experiencia que vienen ansiando desde hace años y aprovechan el tiempo libre propio de las vacaciones para dar el primer paso.
Por otro lado se encuentra el ciclismo, el cual exige menos destreza que el buceo y, por lo tanto, es adecuado para un mayor número de personas. Esto no significa que todo el mundo pueda soportar la demanda de energía y coordinación que supone recorrer carreteras «naturales», atravesar tramos relativamente rocosos y enfrentarse a potenciales lluvias o pasar por encima de charcos sin perder el equilibrio y desplomarse en pleno viaje; sin embargo, el miedo al agua es una limitación que impide a muchos disfrutar de la natación, aunque tengan el estado físico necesario.
Las expediciones son quizás un punto medio entre la fotografía compulsiva mientras caminamos desorientados por una zona turística y la adrenalina de un deporte extremo: si bien hay actividades como el avistamiento de ballenas que también exigen un cierto grado de esfuerzo físico, en este caso para remar, hay otras más pasivas que se enfocan en un acercamiento más teórico a la riqueza del lugar.
La diversidad de las zonas turísticas
Como puede apreciarse, las zonas turísticas suelen ofrecer actividades que combinan la belleza natural de los paisajes locales con recorridos que requieran la supervisión de un guía o de un instructor, de manera que los turistas entiendan que no pueden aventurarse por su cuenta, y que sientan la necesidad de invertir su dinero para disfrutar al máximo de las experiencias y contar con la ayuda de gente experta.
La Rivera Maya es un ejemplo de zona turística. Se trata de una franja de unos 130 kilómetros de largo que se ubica junto al mar Caribe, en el estado mexicano de Quintana Roo. Localidades como Cancún, Playa del Carmen y Akumal forman parte de esta zona turística.