Prenda es un término con origen en el vocablo latino pignora que tiene varios usos. El más usual está vinculado a la ropa y a los distintos componentes de un vestido.
Una prenda, en este sentido, puede ser una camisa, una camiseta, un pantalón, etc. Por ejemplo: «La tienda de María trajo nuevas prendas de abrigo«, «La mujer se quitó las prendas una a una hasta quedar completamente desnuda», «Creo que hay polillas en la casa: encontré pequeños agujeros en varias prendas de vestir».
Origen de distintas prendas
El origen de ciertas prendas de vestir es ciertamente peculiar y desconocido por la mayoría de las personas. Además, es importante señalar que su evolución ha ido de la mano de los demás avances sociales y culturales, y continuará haciéndolo.
Las camisetas, por ejemplo, que también son llamadas remeras en ciertas partes de América Latina, no tienen una historia bien definida: algunos aseguran que surgieron en la Gran Bretaña del siglo XIX como parte del atuendo de ciertos criados, mientras que otros atribuyen su creación a los norteamericanos, para abrigar a los soldados debajo del resto de las prendas.
Otro ejemplo más curioso lo protagonizan los calcetines, una prenda de vestir muy común en muchas culturas de la actualidad, cuya creación parece remontarse al año 700 a. C., o al menos de esa época data la primera evidencia de su existencia. Claro que los primeros modelos de calcetín eran muy diferentes a los actuales: se fabricaban con fieltro y no se adaptaban con tanta facilidad al cuerpo como los que conocemos y usamos hoy en día.
Resulta difícil superar el impacto que causa el supuesto origen de los zapatos de tacón, todo un icono de la feminidad actual. Se cree que las primeras personas en usar este invento fueron los carniceros del Antiguo Egipto, con el propósito de pisar lo menos posible la sangre que se derramaba en el suelo. Más adelante, los jinetes mongoles también se valieron de los tacones para subirse a los caballos más fácilmente.
Un desafío o castigo
Las prendas también pueden ser desafíos o castigos que surgen en el marco de un juego. Supongamos que unos niños deciden competir resolviendo adivinanzas: los pequeños acuerdan que, quien no logre llegar a una solución, tendrá que cumplir una prenda (que puede ser saltar diez veces seguidas en una pierna o encontrar un objeto en una habitación a oscuras, por citar dos opciones posibles).
Otro juego que suele ser popular entre los adolescentes consiste en que cada participante escoja si responder una pregunta comprometedora o cumplir una prenda como consecuencia. Dado que se trata de una edad en la que comienza el interés por la sexualidad, son comunes las preguntas acerca de amores ocultos, que muchas veces no son fáciles de responder frente a un grupo. En este contexto, una prenda puede llegar a ser muy arriesgada y requerir de un comportamiento atrevido, bastante más dura que una mera respuesta incómoda.
Prenda en el derecho
En el ámbito del derecho, una prenda es algo que un deudor concede en garantía a su acreedor para que éste lo tenga en su poder hasta que la obligación de pago sea cumplida. El deudor, de este modo, se convierte en pignorante (recordemos el origen etimológico de prenda).
La prenda, que también puede nombrarse en este contexto como empeño, refuerza la seguridad del acreedor: si la persona que debe no paga lo que corresponde, el acreedor puede quedarse con la propiedad de aquello ofrecido como prenda.
Un hombre puede acercarse con la intención de ofrecer un reloj como prenda a un banco que concede préstamos pignoraticios. La entidad bancaria se encargará de tasar el reloj y le prestará el dinero equivalente al interesado. Si éste no devuelve el monto en el plazo pactado, el banco se quedará con el reloj.