El vocablo sánscrito veluriya pasó al griego como bḗryllos, que llegó al árabe clásico como billawr. Este término, a su vez, derivó en el árabe hispánico alballúri, que refiere a algo de vidrio. Tras este recorrido etimológico, llegamos al concepto de abalorio.
Adorno vistoso
Se llama abalorio es un adorno de escaso valor pero que resulta muy vistoso. Por extensión, un abalorio es algo ornamental, ya sea físico o simbólico, sobre todo cuando resulta exagerado. Por ejemplo: “Me gustan los ambientes minimalistas, sin abalorios”, “La actriz suele fotografiarse junto a los abalorios de su living”, “De a poco, el escritor fue alejándose de la adjetivación desmedida y adoptó un estilo con escasos abalorios, mucho más pulcro y directo”.
Cuenta o mostacilla
También se denomina abalorio a la cuenta que, al disponer de un agujero, puede ensartarse con otras. Conocidos además como mostacillas, los abalorios pueden fabricarse con diferentes materiales y tener todo tipo de diseños, incluyendo colores y formas, tanto para decorar ambientes como para uso personal.
Con abalorios pueden fabricarse pulseras y collares, por mencionar dos posibilidades. El uso de estos elementos se remonta mucho tiempo atrás, ya que hay registros de su utilización en los antiguos egipcios, los aztecas, los mongoles y otros pueblos.
En la India y en la antigua Mesopotamia, por ejemplo, se encontraron abalorios de oro. En Egipto, por otra parte, los miembros de la nobleza obsequiaban colgantes hechos con piedras preciosas coloridas, cuentas de cerámica o de cristal. En Mongolia y en la antigua ciudad helena de Bizancio, eran comunes los collares de perlas, que usaban los nobles y los cortesanos. Los de Mesoamérica tenían abalorios de escaso tamaño.
También los encontramos en la indumentaria del pueblo azteca conocida como Maxtlatl: los nobles tenían decoraciones a base de abalorios y plumas en la parte de los hombros, donde llevaban la manta denominada tilmatl. Volviendo a los materiales, los más usados de la actualidad son los cristales de Bohemia, de Murano, el checo y el austríaco, sin dejar de lado los procedentes del continente asiático. También se puede mencionar el de Swarovski, uno que destaca por los muchos colores y las variadas formas en que se comercializa, además de sus característicos brillo y calidad.
Bujouterie
Es habitual que se empleen los abalorios para la producción de bijouterie (bisutería). Dado que la bijouterie se produce con materiales que no son preciosos ni joyas, los abalorios que se usan en este ámbito no suelen ser muy costosos.
La bisutería, por lo tanto, se distingue de la joyería en la calidad de los accesorios: ya sean pendientes, pulseras, colgantes o anillos, sus materiales son de menor calidad y, por lo tanto, resultan más económicos. Dicho esto, no siempre el aspecto de un producto de bisutería delata su inferioridad con respecto a una joya. Esto se debe a la habilidad y el buen gusto de ciertos fabricantes y artesanos, que son capaces de elaborar abalorios y otros elementos muy bien acabados.
El juego de los abalorios
El juego de los abalorios, por último es el título en castellano de una novela de Hermann Hesse, la cual fue escrita originalmente en alemán, su idioma nativo. El escritor publicó este libro en 1943, justo tres años antes de que lo galardonaran con el Premio Nobel de Literatura. Si bien Hesse vivió casi dos décadas más, no editó muchos más libros después de éste.
La historia de El juego de los abalorios transcurre en el futuro, entre los siglos XXV y XXVI, dos milenios después de la vida de san Benito de Nursia, un monje cristiano que se considera el fundador de la vida en el monasterio. El narrador es el biógrafo de Josef Knecth, el «maestro de juegos» de una orden que tiene el mismo nombre que el libro.