La palabra accidente tiene su origen en el término latino accidens. El concepto hace referencia a algo que sucede o surge de manera inesperada, ya que no forma parte de lo natural o lo esencial de la cosa en cuestión.
El uso más frecuente del término está vinculado al acontecimiento que sucede sin intención y que genera un daño a un ser vivo o a una cosa. Por ejemplo: «Dos personas murieron en un accidente de tránsito en la ruta 8″, «La joven permanece internada después de caer del balcón por accidente», «Me corté por accidente mientras preparaba la comida».
Los accidentes pueden suceder por motivos diversos y tener consecuencias muy diferentes. Mientras que el accidente de un avión puede causar la muerte de cientos de personas, un vaso de plástico que se cae por accidente no generará mayores inconvenientes.
Clasificación de los accidentes
Es posible clasificar los accidentes de distintas maneras según dónde ocurran. De esta manera se puede hablar de los accidentes hogareños (como una quemadura con aceite en la cocina), los accidentes de tránsito (dos coches que chocan en la calle) o los accidentes laborales (un obrero de la construcción que tropieza y se cae de un andamio).
Esta última acepción da lugar a mucha controversia en el ámbito empresarial, ya que la contratación en negro supone la ausencia de un seguro de riesgos de trabajo. Gracias a la desinformación, la mejor amiga de los explotadores, millones de empleados no saben que se considera accidente de trabajo a aquel que tiene lugar tanto mientras se encuentran en su puesto como durante el viaje de ida a la oficina y de vuelta al hogar.
Diferencias con los incidentes
Es común en algunas regiones confundir el término con incidente, pero existen claras diferencias entre ambos. Podemos pensar en incidente como un hecho que «corta» la realidad y que altera el curso de las cosas.
Un suceso inesperado, sí, pero que no representa una desgracia o la destrucción de algo, sino que posiblemente acarrea un cambio de decisiones.
Accidentes geográficos, gramaticales y musicales
Un accidente geográfico, por otra parte, es una elevación, una depresión u otro tipo de irregularidad que puede advertirse en un terreno. Algunos ejemplos son los acantilados, golfos, montes, valles y agujeros azules.
Los accidentes también aparecen en la gramática y en la música. En el primer caso, indican modificaciones de palabras de acuerdo al tiempo, el género o el número, permitiendo que exista coherencia en las oraciones. Las palabras castellanas que son afectadas por estos cambios son los adjetivos, los sustantivos, los verbos, los pronombres y los artículos. Estas alteraciones pueden afectar su estructura, su modo o incluso su significado.
En la música, por otra parte, los accidentes enriquecen una melodía ya que permiten combinar distintas tonalidades a través de alteraciones momentáneas. Para dar un ejemplo didáctico, si estamos componiendo una pieza en DO mayor para piano, en principio sólo podremos tocar las teclas blancas, que corresponden a los sonidos permitidos dentro de la escala mencionada. Sin embargo, una de las tonalidades relacionadas con DO es SOL mayor, que contiene una de las teclas negras (el fa sostenido). Entonces, si quisiéramos que parte de la obra pasara un instante por SOL mayor, cada vez que escribiéramos un fa en esa sección, deberíamos aclarar que es sostenido. Esto, a la vista de un músico, es una accidente.
Hijos no buscados
En nuestro idioma, el sustantivo en cuestión tiene también un uso muy despectivo y peligroso para la psicología de una persona: los hijos que son concebidos por accidente. Dado el alto índice de embarazos inesperados, sobre todo en adolescentes, millones de personas llevan en su frente esta terrible etiqueta de hijo no deseado.
Pero todos los matices que esta palabra da a las oraciones no son necesariamente negativos o trágicos. Se dice, por ejemplo, que alguien oyó algo por accidente queriendo significar que lo hizo involuntariamente. Si bien puede que la información a la que accedió se trate algo terrible para esa persona, también podría tratarse de planes para una fiesta sorpresa o de una propuesta de matrimonio. Quedará en el gusto de cada uno juzgar estas últimas dos noticias y decidir si tienen o no un carácter alegre o funesto.