Lo primero que vamos a hacer para poder conocer a fondo el significado del término que nos ocupa es determinar su origen etimológico. En concreto, procede del latín, de la palabra “acclamatio” que puede traducirse como “la acción y el efecto de aplaudir a modo de aprobación” y que es fruto de la suma de varios componentes:
-El prefijo “ad”, que puede traducirse como “hacia”.
-El verbo “clamare”, que es sinónimo de “llamar” o “pedir”.
-El sufijo “-cion”, que se utiliza para indicar “la acción y el efecto”.
El concepto alude al acto y la consecuencia de aclamar. Este verbo, por su parte, puede referirse a aplaudir, vivar o vitorear algo o a alguien; a llamar la atención mediante alguna expresión; o a elegir por unanimidad.
Por ejemplo: “El secretario general del sindicato fue reelegido por aclamación”, “La aclamación del público ante el talento del cantante no tardó en llegar”, “Creo que la aclamación de los empresarios por este candidato es interesada”.
La aclamación puede ser una manifestación colectiva que refleja la aprobación de la gente a una acción o el reconocimiento hacia una persona. En la antigüedad, era habitual que el pueblo se congregue para recibir a emperadores, monarcas o generales tras una victoria militar. Las aclamaciones también eran frecuentes ante ciertos anuncios o discursos de las autoridades.
Hoy estas aclamaciones siguen existiendo, aunque hay diversas formas de expresar la aprobación o el reconocimiento. Supongamos que un equipo de fútbol se consagra campeón de un torneo internacional y, al regresar a su país de origen, sus jugadores se suben a un escenario instalado en un parque para exhibir el trofeo y festejar. Los asistentes, al ver a los deportistas, celebrarán con aclamaciones. Además, otras personas pueden sumarse de manera virtual a la aclamación a través de las redes sociales, con mensajes y saludos.
Puede decirse, por otra parte, que las elecciones donde un candidato es elegido por unanimidad se resuelven por aclamación: “El delegado de la asamblea fue elegido por aclamación”.
De la misma manera, no podemos pasar por alto la existencia de la expresión “por aclamación popular”. Esta se utiliza con distintas acepciones. No obstante, entre las más significativas está la que lo emplea para referirse a que cualquier decisión se ha adoptado porque así lo ha querido el pueblo o una parte de este.
Ejemplos de eso son, por ejemplo, en la actualidad las encuestas que se realizan a través de páginas web o redes sociales sobre las ciudades más bellas de un país. Así, el resultado de las mismas determinan que “Córdoba ha sido elegida por aclamación popular la más hermosa de España”.
Curiosidades en torno a este tipo de gesto es que Hildebrando fue elegido Papa el 22 de abril de 1073 por aclamación popular. Una elección que se consideraba una absoluta transgresión de la ley, pues estaba establecido que únicamente un consejo de sacerdotes podía acometer esa decisión.