Acrítico es un término que no forma parte del diccionario que elabora la Real Academia Española (RAE). Sí aparece, en cambio, el adjetivo crítico, que puede referirse al momento de una crisis o al comentario subjetivo que incluye un juicio o una valoración sobre algo.
El concepto de acrítico, de este modo, se utiliza para calificar a aquello que no dispone de perspectiva crítica. Lo habitual es que la noción se vincule al hecho de aceptar, de manera pasiva, un cierto discurso o un suceso del modo en que se presenta.
Ejemplo de comportamiento acrítico
Supongamos que un periodista debe informar sobre una medida de gobierno que implica un recorte del presupuesto educativo. Al presentar la noticia, se limita a reproducir el anuncio del presidente y menciona que el recorte representará un ahorro de 20 millones de pesos para el Estado. Como se puede advertir, el periodista ofrece un informe acrítico: no analiza los alcances de la medida de las autoridades y no menciona sus aspectos negativos. Un periodista con sentido crítico, en cambio, diría que el recorte presupuestario impactará en la calidad de la educación ya que las escuelas tendrán dificultades para mantener su estructura, incorporar tecnología o adquirir materiales de estudio.
Calificar a un periodista o a un analista social de acrítico, por lo tanto, supone una consideración negativa hacia el profesional en cuestión. En ciertos entornos, se espera que el individuo cuente con una mirada crítica de aquello que le toca analizar o informar; de lo contrario, solo brindará una visión sesgada y edulcorada.
Una posición pasiva
Cuando se habla de pensamiento acrítico, por otro lado, se hace referencia a una forma de conectarse con la realidad que no se basa en el análisis ni la búsqueda de explicaciones, que no sigue una metodología en particular ni objetivos a gran escala. En otras palabras, podemos decir que moverse por la vida con esta forma de tratar la información es sinónimo de vivir pasivamente.
En el ejemplo del periodista que reproduce las noticias sin dejar espacio para su propio punto de vista se advierte una clara falta de empatía por las personas que se verían afectadas por el recorte presupuestario. Si bien la labor de los periodistas debería siempre centrarse en la información y no en la opinión, es también importante involucrarse a nivel humano con la realidad, porque el público sólo confía en ellos si advierte que no son meros repetidores de sucesos sino seres vivos, personas que sienten las palabras que pronuncian, que son capaces de ponerse en el lugar de los demás.
Lo acrítico en la vida cotidiana
Pero fuera del ámbito del periodismo tampoco está bien vista la forma de ser acrítica, muy propia de individuos que no sienten confianza en ellos mismos y por lo tanto evitan toda forma de discurso directo. Cuando le contamos un problema a nuestros amigos, o bien cuando compartimos con ellos una noticia de nuestro interés, solemos esperar una respuesta comprometida por su parte, un comentario que provenga de haber recibido el mensaje, elaborado un pequeño análisis y emitido una opinión auténtica. Cuando esto no pasa, la comunicación se empobrece, ya que se torna unidireccional.
Así como casi todos los aspectos de nuestra conducta, el sentido crítico debe desarrollarse a través de una serie de estímulos durante los primeros años de crianza. Es fundamental enseñar a los niños a tomar sus propias decisiones, a juzgar todas las situaciones a las que se enfrentan para construir sus propios puntos de vista; siempre es más sencillo corregir o enderezar las ideas equivocadas que conseguir el surgimiento mismo de una idea ante una actitud acrítica. Si demostramos a los más pequeños que su opinión vale, que deseamos saber qué piensan, entonces con el tiempo comenzarán a expresarse de manera espontánea.