El activismo social incluye huelgas, boicots y otras formas de protesta.
El activismo social es la conducta pública que se desarrolla con el objetivo de lograr un cambio en la sociedad. Un activista lleva a cabo acciones proselitistas y participa de campañas e iniciativas que apuntan a alcanzar un objetivo con impacto en la comunidad.
La protección de los derechos humanos suele ser una de las metas del activismo social. Los militantes de este tipo también suelen luchar contra la pobreza y la desigualdad económica, promover la igualdad de género, combatir el cambio climático y defender la libertad de expresión, por ejemplo.
Los sindicatos, los movimientos estudiantiles y las ONG y organizaciones sin fines de lucro son entidades que permiten canalizar el activismo social. Las manifestaciones y marchas, en tanto, están entre las iniciativas más frecuentes para dar a conocer sus reclamos y exigir respuestas o medidas a las autoridades.
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ResumenSus características
El activismo social consiste en la ejecución de diversas tareas para propiciar una mejora en la sociedad. Puede desplegarse a través de expresiones y protestas en las calles, mediante el arte o incluso vía Internet (el ciberactivismo).
Si bien el activismo social puede ser individual, con actuaciones impulsadas a nivel personal, lo habitual es que se integre en procesos colectivos y organizados. De este modo surgen los llamados movimientos sociales, como el movimiento LGBT+, el movimiento feminista, el movimiento contra la pena de muerte y el movimiento de los derechos civiles, entre muchos otros.
Uno de los pilares de todo activismo es la toma de decisiones. Los activistas sociales y de otro tipo actúan con energía y concretan prácticas para alcanzar sus objetivos. No se limitan a la reflexión o el debate, sino que buscan generar cambios concretos.
La idea de activismo social puede contemplar intervenciones en el ámbito de la política, la economía, la ecología y el derecho, por ejemplo. Surge de las convicciones y el compromiso de quienes sienten la necesidad de adoptar una posición activa para modificar la realidad.
La reducción de residuos es uno de los objetivos del activismo social ecologista.
Tipos de activismo social
Es posible clasificar el activismo social de diferentes formas. Si nos centramos en el campo de acción, se puede hablar del activismo animalista (que defiende los derechos de los animales y difunde el antiespecismo), el activismo ecologista (en pos de la protección ambiental) y el activismo pacifista (movimiento por la paz y la no violencia), entre otros.
Si pensamos en el modo de intervención, hay un tipo de activismo social que se ejerce en el mundo físico y otro virtual. Por supuesto, ambas modalidades pueden complementarse: activistas pueden convocar a la desobediencia civil a través de blogs y redes sociales y, de forma simultánea, realizar protestas en parques y plazas.
Arte y activismo (artivismo), asimismo, se conjugan en la música protesta, el cine social, la fotografía documental, la literatura comprometida y el teatro del oprimido. El graffiti y arte callejero también son vehículos de activismo social.
Puede indicarse, por otro lado, que el activismo político es un tipo de activismo social. En ese caso se plasma mediante el funcionamiento de los partidos políticos o gracias a los mecanismos de una democracia participativa. De manera similar, podemos hacer alusión al activismo judicial, que sostiene que el rol de los jueces trasciende la aplicación de la ley para tener en cuenta las repercusiones sociales de sus decisiones.
El activismo social puede defender los derechos de los refugiados.
Origen y finalidad
El activismo social suele surgir del descontento. Cuando el Estado no brinda las respuestas que la comunidad (o un sector de ella) demanda, o cuando no muestra capacidad para resolver los problemas sociales, las personas tienden a actuar para paliar ese déficit o inacción.
El activista puede intentar que los gobernantes, quienes están a cargo de la gestión estatal, escuchen su reclamo y actúen en consecuencia. En ocasiones, no obstante, el activismo social pretende generar los cambios por sí mismo, sin depender del Estado. Así, si un gobierno no garantiza el acceso a la educación a los niños que viven en barrios marginales, el activismo social puede promover iniciativas de educación popular y solidaria, con la creación de centros formativos o el dictado de clases públicas.
Cabe destacar que el activismo social puede desarrollarse sin pretender una respuesta del Estado. Quienes difunden el veganismo, aquellos que incentivan el comercio justo y los que dan a conocer las ventajas de la slow food, por mencionar algunas posibilidades, apuestan por campañas de sensibilización para provocar el cambio social.
Ejemplos de activismo social
El feminismo es un ejemplo de activismo social. Este movimiento reclama que las mujeres y los hombres tengan los mismos derechos y oportunidades, llevando adelante distintas acciones para alcanzar su meta. Cada 8 de marzo (8M), cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer, las feministas se manifiestan en las calles de todo el mundo exigiendo igualdad. Ese activismo social también se da en medios de comunicación y en otros espacios donde se puede trabajar en la concientización de esta problemática.
Pensemos ahora en un grupo de jóvenes que promueven el consumo responsable. Como parte de su activismo social, crean un sitio web donde explican las consecuencias negativas del consumismo, informan acerca de los beneficios de la economía solidaria y advierten que el consumo tiene una relación directa con la sostenibilidad.
Otro ejemplo de activismo social es el trabajo de un comunicador que decide especializarse en el periodismo de investigación para controlar la transparencia gubernamental. Si bien el periodismo es su trabajo, este profesional también se considera un activista ya que utiliza su oficio como un instrumento anticorrupción que ayuda a mejorar la sociedad.
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