Se denomina anglicismo a un giro idiomático de la lengua inglesa. El concepto suele usarse específicamente para aludir al giro o el término del inglés que se utiliza en otro idioma.
Surgimiento
Los anglicismos pueden surgir cuando no existe una traducción precisa de un concepto o cuando se desarrolla una traducción que no es apropiada. Es habitual que se empleen en el lenguaje técnico, aunque pueden aparecer en cualquier ámbito, incluso en el habla coloquial y cotidiano.
Rugby, por ejemplo, es un anglicismo. Este término del inglés no se tradujo al castellano, sino que la voz inglesa (vinculada a la escuela donde se creó este deporte) pasó a ser aceptada en nuestra lengua con la misma pronunciación y la misma ortografía.
Siguiendo con el rugby, en el contexto de esta actividad deportiva se utilizan muchos anglicismos. Palabras como try, drop, scrum y hooker son empleadas con frecuencia.
Límites de su utilidad
Muchas veces los anglicismos son innecesarios. En los últimos años empezó a hablarse de take away aludiendo a la comida para llevar. De este modo, es posible escuchar frases como «Este restaurante tiene take away» o «Compré un menú take away», cuando se podría decir «Este restaurante tiene comida para llevar» o «Compré un menú para llevar».
Lo mismo ocurre con la frase inglesa fake news. Pese a su utilización cada vez más extendida en español, lo correcto es referirse a noticias falseadas o noticias falsas. Incluso, según el contexto, es preferible emplear nociones como falacia, bulo o simplemente mentira. No hay motivo, en definitiva, para recurrir al anglicismo.
Desventajas del anglicismo
Lejos de ser una forma de embellecer el habla o la escritura, el anglicismo genera un ruido innegable que tiene más de una desventaja a la hora de transmitir un mensaje. En primer lugar, no todos los receptores conocen su significado ni pueden deducirlo, a menos que hablen inglés. Esto representa un muro infranqueable que automáticamente detiene la comunicación.
Por otro lado tenemos la desventaja de la pronunciación. ¿Cuántas personas de habla hispana son capaces de leer los anglicismos de manera correcta? En este punto, de todos modos, se abren dos caminos: los términos que han sido tomados y modificados, y los que se dejan intactos. En el primer caso, la pronunciación tienda a castellanizarse, como sucede con «mopear» o «cliquear»; en el segundo, el terreno es más escabroso.
La belleza de nuestra lengua se tira por la borda al entrar en los trabalenguas que suponen ciertos términos y expresiones provenientes del inglés, ya sea que los pronunciemos a la perfección (algo que muy raramente ocurre) o que los destruyamos por falta de conocimientos o habilidad. Esto nos lleva a la siguiente conclusión: si no vamos a usar el término correctamente en todos sus aspectos, ¿por qué no optamos por uno en español?
Justificar el uso innecesario
A pesar de que en casos como los citados anteriormente no sea necesario recurrir a un anglicismo, ya que tenemos en nuestro idioma las palabras o las expresiones adecuadas para expresar las mismas ideas, hay mucha gente que prefiere los términos extranjeros. Esto puede parecer tentador para dar un supuesto toque de sofisticación a nuestros mensajes, pero los resultados siempre son más negativos que positivos.
La razón que dan con mayor frecuencia quienes optan por los anglicismos en lugar de los términos en castellano es que «son más cortos y, por lo tanto, nos ahorran tiempo y espacio». Esto puede ser cierto en algunos casos, donde basta con una o dos palabras en inglés para expresar conceptos que en nuestra lengua requieren una oración entera. Sin embargo, los perjuicios siguen estando ahí.