
Hay auditorías externas que buscan determinar el cumplimiento regulatorio.
Una auditoría externa es un proceso de control y revisión de las actividades de una compañía llevado adelante por un agente que no forma parte de la misma. Esa verificación suele realizarse para comprobar si la empresa cumple con las normativas vigentes.
Cabe destacar que la idea de auditoría hace referencia a una inspección u observación que se orienta a la evaluación de una actividad o de un estado de situación. Lo externo, por otra parte, es exterior o exógeno.
Cuando una auditoría es externa, por lo tanto, es desarrollada por un auditor independiente y no por empleados de la propia entidad. Esto contribuye a disponer de una visión objetiva e imparcial.

Características de una auditoría externa
La auditoría externa se caracteriza por el origen del auditor. Como ya vimos, el mismo no integra la plantilla de la firma, como sí ocurre en un auditoría interna. De este modo, tiene mayor libertad de acción y puede adoptar una posición crítica sin condicionamientos.
Una auditoría externa puede orientarse a distintas cuestiones. Una auditoría financiera, una auditoría de gestión, una auditoría de estados financieros o una auditoría operativa, por mencionar algunas posibilidades, pueden ser ejecutadas con esta modalidad. Debe considerarse que el informe de auditoría externa cuenta con validez desde el punto de vista legal y resulta apto para ser exhibido ante requerimientos de terceros.
Se espera que dicho documento represente con fidelidad la realidad de la compañía. Por eso es clave que los procedimientos de auditoría sean confiables y que se respeten los criterios y las reglas que rigen estos procesos.

La detección de un fraude financiero es posible a través de una auditoría externa.
El rol de la empresa
Como resulta evidente, la empresa es el objeto de la auditoría externa. Queda claro que se examinan su cumplimiento de las normas contables y del marco regulatorio correspondiente, su desempeño financiero, su gestión documental y otras variables.
La compañía, no obstante, no tiene un rol pasivo. Debe prestar colaboración para estar en condiciones de demostrar su compliance (cumplimiento normativo) y sus prácticas, cooperando con los auditores en la exhibición de papeles de trabajo y atendiendo sus requerimientos.
Asimismo, la entidad debe intervenir en la elaboración del plan de auditoría. El éxito del procedimiento está estrechamente vinculado al trabajo conjunto entre la organización y la firma de auditoría.

Una auditoría externa puede ofrecer una evaluación de riesgos o contribuir al control de calidad.
Ventajas y desventajas de una auditoría externa
Una auditoría externa aporta diversos beneficios a la empresa. Como ya indicamos, que el auditor sea independiente brinda una mirada imparcial, un hecho que además otorga credibilidad a los informes.
Los resultados de la auditoría, por otra parte, ofrecen información de utilidad para que la compañía pueda conocer sus fallas y sus debilidades. De este modo, el conocimiento generado es aprovechado para corregir los errores y las prácticas indebidas.
La auditoría externa, de todos modos, no solo sirve para revertir aquello que ya se hizo mal o que implica una problema. También es valiosa para planificar lo que se hará en el corto, mediano y/o largo plazo, contribuyendo a la toma de decisiones.
Entre los aspectos negativos vinculados a una auditoría externa, se encuentran los costos elevados. Si bien depende del tamaño y la complejidad de la organización, el monto que suele demandar el desarrollo de una auditoría de este tipo es alta.
La auditoría externa, asimismo, exige que la empresa esté preparada para entregar la información correspondiente. Esto puede generar una alta carga de estrés en los directivos y demanda tiempo para recabar y presentar lo solicitado.
Otra potencial desventaja de la auditoría externa irrumpe si el proceso arroja un resultado negativo. Si los incumplimientos o las faltas trascienden, la imagen de la corporación resulta dañada.
Clasificación según el tipo
Las auditorías externas pueden clasificarse de distinto modo. Por un lado, hay que separar entre aquellas que son voluntarias (encargadas por la propia compañía) y las que responden a una obligación (es decir, son impuestas desde afuera).
Una empresa puede contratar a profesionales externos para estudiar sus procesos y así lograr una mayor eficiencia. Además de garantizar la objetividad de la revisión, la auditoría externa permite que los empleados de la firma no deban destinar tiempo y esfuerzos a la evaluación.
En otros casos, la auditoría no es una propuesta de la entidad, sino que es fruto de una exigencia. Un organismo de gobierno o una autoridad pueden ordenar que una determinada empresa sea auditada para revisar su contabilidad financiera y hacer un análisis de cuentas. Esa auditoría de cumplimiento no tiene que ver con la intención de un control interno sino con una imposición.
Otra clasificación alude a las auditorías de segunda parte y las auditorías de tercera parte. La auditoría de segunda parte se ejecuta sobre un proveedor para confirmar el cumplimiento de ciertos requisitos, mientras que la auditoría de tercera parte es llevada a cabo por auditores independientes para evaluar si se alcanza un estándar. Un auditoría de primera parte, en cambio, es un procedimiento interno que realiza el personal de la firma.