Azar es un término cuya etimología nos remite a azzahr, un vocablo del árabe hispánico. El concepto se emplea con referencia a la suerte, la fortuna o la casualidad.
Por ejemplo: “El azar estuvo de nuestro lado y el sorteo nos favoreció”, “Este es un juego de azar donde la capacidad del participante no influye”, “Todo lo que he conseguido en la vida fue gracias al esfuerzo: no existen los logros por azar”.
Juegos de azar
Se conoce como juego de azar al entretenimiento en el cual lograr una victoria o sufrir una derrota dependen de circunstancias fortuitas que exceden a la habilidad del jugador. Esto quiere decir que no existe una táctica que potencie las probabilidades de victoria, ya que la misma está vinculada a la suerte.
Los juegos de apuestas constituyen el ejemplo típico de los juegos de azar. En estos casos, el resultado se relaciona a probabilidades estadísticas de que sea sorteado un determinado número o una combinación. Una persona puede apostar 100 dólares en la ruleta de un casino al número 23: el azar determinará si sale, o no, dicho número. El jugador no tiene ninguna posibilidad de incidir en dicho resultado, y esto lleva muchas veces a una frustración que puede acarrear un vicio; si se tratara de una disciplina técnica, el fracaso podría derivar en un mayor compromiso en el entrenamiento para mejorar los resultados.
En otros juegos, el azar se combina con la capacidad del individuo. Ese es el caso del truco, un juego de naipes muy popular en América del Sur y en ciertas regiones de España. El azar determina qué naipes (cartas) recibe el jugador en cada mano; luego, es el jugador quien debe utilizar su capacidad para imponerse ante su rival. Lo mismo ocurre con el póker.
La aleatoriedad en distintas ciencias y disciplinas
El concepto de azar es analizado en diversas ciencias y disciplinas. Por lo general se lo asocia a la idea de aleatoriedad: aquello cuyo resultado no puede ser predicho. En otras palabras, el resultado de un proceso aleatorio no se puede determinar antes de que se produzca ya que interviene el azar. A través de la estadística, sin embargo, es posible anticipar las probabilidades de obtener un determinado resultado.
En el ámbito de la programación informática, el azar juega un papel muy importante para conseguir que los programas se comporten con un cierto grado de espontaneidad. El ser humano no conoce la verdadera naturaleza de los hechos que considera aleatorios: así como no podemos afirmar con total convicción cómo se originó el universo y -mucho más puntualmente- nuestra propia existencia, tampoco sabemos si realmente existen sucesos impredecibles o si es por nuestra percepción que así los consideramos.
Ante esta falta de comprensión de la aleatoriedad de la naturaleza, es lógico que tampoco seamos capaces de reproducirla a través de la tecnología. De este modo, los procesadores son capaces de arrojar valores que simulan el azar, aunque lo hagan por un camino completamente diferente y -sobra decirlo- artificial.
El azar en la programación tiene un gran número de aplicaciones. En un videojuego, por ejemplo, podemos usarlo para que en cada partida aparezca una cantidad diferente de enemigos, y que éstos no siempre sean de la misma clase. En una simulación de lluvia, por otro lado, podemos conseguir que las gotas siempre tengan tamaños y orientaciones diferentes, y que la densidad de las nubes y la intensidad del viento también varíen en cada ejecución.
Consideración negativa del azar
Es importante exponer el carácter negativo que el azar tiene para algunas personas. Esto se produce cuando en él ven la falta de compromiso o acción en la vida. Por otro lado, muchos creen que el éxito depende en cierto grado de la suerte, la cual debe combinarse con el debido esfuerzo, de manera que ninguno de los dos extremos es ideal.
Tomemos el caso de un alumno que no se preparó adecuadamente para un examen. El estudiante termina reprobando y adjudica su fracaso al azar, ya que la evaluación giró en torno a temas que no había estudiando, aunque sí había adquirido algunos conocimientos sobre otras temáticas de la asignatura en cuestión. Lo cierto es que si el joven se esforzaba por aprender todas las unidades temáticas indicadas por el docente seguramente iba a aprobar. Por lo tanto, el azar en realidad no jugó un rol esencial y no hubo tal infortunio.
Por otra parte, un trabajador puede estar orgullo de su crecimiento en una empresa, el cual afirma que se debe exclusivamente a sus capacidades. Sin embargo, dicho progreso estuvo vinculado a múltiples factores que él no manejó: el crecimiento financiero de la compañía relacionado con variables macroeconómicas del país, la renuncia de un gerente que abrió la posibilidad de ascenso hasta entonces inesperado, etc. Más allá de los méritos individuales, el empleado debería reconocer que en su éxito intervinieron variables aleatorias que podrían asociarse al azar o incluso al destino.