El concepto de baldosa tiene dos acepciones en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). La primera de ellas, cuya etimología remite al vocablo occitano baudosa, hace referencia a un instrumento de cuerda que se utilizaba en la antigüedad.
El uso más habitual de la noción, de todos modos, es aquel que asocia el término a la pieza de piedra, cerámica u otro material semejante que se emplea para el revestimiento de una pared o del suelo. En este caso, el origen etimológico es incierto.
Baldosa como instrumento
La baldosa era un instrumento de cuerda pulsada: es decir, contaba con hilos que, al vibrar mediante la acción de un plectro o púa, las uñas o los dedos, generaban el sonido. Por sus características, la RAE indica que era parecida al salterio.
El salterio, a su vez, consta de una caja de madera, abierta en su zona superior, con numerosas hileras de cuerdas de metal. Además suele compararse a la baldosa con la cítola, el laúd y la cítara.
En la Edad Media, la baldosa solía ejecutarse en procesiones. Con el tiempo el instrumento cayó en desuso y desapareció, con lo cual la información que se tiene de él procede de documentos de su época.
Una losa
En la actualidad, al hablar de una baldosa se suele aludir al objeto que se utiliza para la cobertura del suelo o de las paredes. En este sentido, una baldosa es una losa debido a que es una pieza plana que se usa para solar.
En este punto es interesante centrarse en la acción de solar. Este verbo se vincula a revestir (recubrir) el suelo con losas, ladrillos, etc. En el caso específico de las baldosas, el proceso de solar puede recibir el nombre de embaldosar o baldosar.
Las baldosas suelen fabricarse con piedra o cerámica, aunque también hay baldosas de plástico, de vidrio y de otros materiales. Suelen tener forma rectangular o cuadrada pero existen otras posibilidades. Su tamaño también varía.
Tipos de baldosa
Gracias a su resistencia, las baldosas de piedra están entre las más utilizadas. Por lo general se destinan a embaldosar superficies exteriores; sin embargo, también pueden instalarse en espacios internos.
Granito, mármol y pizarra son algunas de las piedras que hacen posible la producción de baldosas. En el caso del mármol, se trata de baldosas más delicadas, debido a que pueden rayarse y quedar marcadas.
Las baldosas de cerámica también son populares. Es habitual que dispongan de un acabado vitrificado o que sean tratadas con alguna solución para volverse impermeables y más resistentes.
Las baldosas de cemento, las baldosas de madera y las baldosas de metal son otras clases de baldosas que pueden encontrarse en diferentes ambientes.
Cómo embaldosar
La instalación de las baldosas consiste en fijar las piezas a la superficie de la pared o del piso. Generalmente, para tal fin, se recurre a un mortero de agua, arena y cemento o cal.
Al secarse esta masa, consigue una gran dureza. Así, la baldosa colocada sobre el mortero fresco queda adherida y firme. Esta dureza del mortero no impide que se transfieran el calor y el peso a través de la superficie del enlosado en cuestión.