Se conoce como beligerancia a la condición de beligerante. Este adjetivo (beligerante), a su vez, refiere a aquel o aquello que es combativo o que se encuentra en guerra.
La beligerancia, por lo tanto, es la postura o la actitud de quien está dispuesto a enfrentarse a otro en un conflicto violento o ya está participando de una acción bélica. El término suele usarse para aludir a países o a facciones armadas.
Tomemos el caso de un Estado administrado por un partido que pretende imponer sus intereses por la fuerza. La beligerancia de la nación, en este marco, se advierte en las declaraciones de sus gobernantes y en las políticas implementadas, que pueden incluir desde la puesta en marcha de un plan para desarrollar armas de destrucción masiva hasta agresiones a sus vecinos.
Según el derecho internacional, el estatus de beligerancia se concede a Estados, movimientos de liberación nacional y grupos insurgentes que consiguen funcionar territorialmente como un gobierno convencional. Al reconocerse la beligerancia, las acciones de los protagonistas se enmarcan en un plano jurídico, generando derechos y obligaciones.
Este concepto puede definirse de diversas formas, ya que el contexto en el que se utiliza es determinante tanto en su naturaleza como en las consecuencias de los actos que se identifican con su significado.
El Derecho internacional público, antes mencionado, es una rama del público exterior que se enfoca en el estudio y la regulación del comportamiento de los sujetos internacionales, entre los cuales se encuentran los Estados, con el objetivo de cooperar con todos ellos y alcanzar la paz. En su interpretación del término se habla de una nación o un sujeto político que se encuentre en guerra. Para la política, por otra parte, los beligerantes son quienes destacan en un conflicto social dado.
En algunas fuentes podemos encontrar el concepto de derecho de guerra, usado en el contexto de la beligerancia, y entendido como la situación jurídica que involucra a varios países, de los cuales un grupo (ya sea una nación, una potencia u otro tipo) tiene el derecho para dar comienzo a un conflicto armado contra otro grupo, que en este contexto se denomina «enemigo», siempre que ambos bandos cuenten con las mismas garantías.
En mayor profundidad, el derecho de guerra se halla en el internacional y se ocupa de las relaciones entre aquellas partes que estén formalmente en guerra o bien en medio de hostilidades reales como parte de una guerra que no haya sido declarada. Se trata de un extenso grupo de normas que se establecen en los tratados internacionales.
Existen dos requisitos principales para que el derecho internacional considere beligerante a una nación: ser sujeto de éste; someterse al de guerra. El derecho internacional reconoce como sujetos a las organizaciones internacionales, los Estados y a las personas físicas, entre otros, que son receptores de derechos y obligaciones de su parte.
Si el conflicto es de carácter internacional, normalmente son los Estados y los movimientos de liberación nacional quienes obtienen la condición de beligerantes. En el caso de los internos, entonces también lo pueden recibir los grupos insurgentes, partícipes comunes de las guerras civiles.
En el lenguaje coloquial, la idea de beligerancia se vincula a una posición agresiva o belicosa. Una empresa beligerante, por mencionar una posibilidad, tiende a iniciar causas judiciales contra sus competidores, realiza acciones de marketing provocadoras y se enfrenta a las autoridades para defender su negocio o hacerlo crecer.
Un dirigente deportivo que ataca verbalmente a un club rival a través de los medios de comunicación, por indicar otro caso, fomenta la beligerancia. Esta persona no actúa de manera responsable ni acorde a su cargo, sino que incita a la violencia.
