Beodo es un adjetivo cuya historia etimológica se inicia en bibĕre, un verbo del latín que puede traducirse como “beber”. Esta palabra derivó en bibĭtus, que a su vez se transformó en un término que ya quedó en desuso: beudo. Finalmente llegamos a la noción de beodo, que alude a quien está ebrio.
Un individuo beodo, por lo tanto, está borracho. Esto quiere decir que se trata de una persona que ha consumido una cantidad excesiva de bebidas alcohólicas y que ha sufrido distintas consecuencias en su organismo debido a esta acción.
Por ejemplo: “Caballero, no puedo servirle más coñac: usted está beodo y no debe seguir bebiendo”, “¡Otra vez estás beodo! Tienes que aprender a controlarte”, “Un conductor beodo causó una tragedia en el Camino del Centro”.
Los beodos y el alcoholismo
Cuando una persona está beoda con frecuencia, puede decirse que padece alcoholismo. Este concepto está vinculado a una dependencia orgánica del alcohol: si el beodo no consume, sufre el denominado síndrome de abstinencia (caracterizado por una serie de reacciones físicas que aparecen cuando no se ingiere la sustancia de la cual se tiene la adicción).
El abuso del alcohol genera numerosos problemas en el cuerpo y en la psiquis del beodo, incluso antes de que se desencadene la adicción. Una vez que la bebida hace efecto, la persona puede adquirir conductas impulsivas, sentir mareos y náuseas, tener cefalea, estar somnolienta o hasta perder la conciencia. En un extremo, el consumo puede provocar la muerte por un paro cardiorrespiratorio. Por eso todos los médicos recomiendan limitar la ingesta de bebidas alcohólicas.
La embriaguez
Todo esto se puede apreciar en una de las acepciones del término que hallamos en los diccionarios con frecuencia: «persona cuyas capacidades físicas y mentales se han visto temporalmente alteradas a causa de un excesivo consumo de bebidas alcohólicas».
Precisamente, la embriaguez no permite hacer un uso pleno de nuestras facultades ni de nuestro cuerpo, y esto suele conducir a situaciones embarazosas que una vez pasado el efecto del alcohol generan un profundo arrepentimiento en el sujeto, o bien infracciones de la ley que lo llevan a tener problemas con la Justicia.
Beodo, una condición pasajera
En este caso, es importante que estamos haciendo referencia a un adjetivo de estado, por lo cual debe conjugarse con el verbo estar y no con el verbo ser. La razón es que esta acepción de la palabra beodo refleja una condición actual y pasajera del sujeto, la cual probablemente cambiará en relación con factores temporales, de lugar o incluso por la influencia de de otros eventos de su entorno. Este grupo de adjetivos sirven para describir un estado de ánimo, una emoción o un comportamiento.
Del otro extremo se encuentran los adjetivos que reflejan una forma de ser, un rasgo de la personalidad que no cambia sino que sirve para distinguir a un individuo de los demás, y aquí sí debemos usar el verbo ser. Por ejemplo: de la oración «Juan es una persona muy alegre, siempre se lo ve sonriente y con energía positiva» podemos entender que Juan se caracteriza por su alegría, que generalmente lo veremos en dicho estado. Si, por el contrario, dijésemos «Cuando llegamos, notamos que Juan estaba beodo», hacemos referencia a un estado pasajero y que no lo representa.
Si queremos hacer alusión al alcoholismo de una persona, entonces debemos usar el verbo ser, tanto con el adjetivo como con el sustantivo beodo, de manera que se aprecie la persistencia en el tiempo del consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Por ejemplo: «Mi padre es beodo y se niega a aceptar ayuda para superar su problema», «Ya no sé que hacer, porque él no admite ser un beodo».