Se denomina bibliofilia a la afición que se siente por el coleccionismo de libros. Se trata de la tendencia que desarrolla la persona que disfruta buscando y atesorando distintos ejemplares, en especial aquellos que resultan raros.
Pasión por los libros
Al individuo que tiene bibliofilia se lo menciona como bibliófilo. Estos sujetos suelen tener pasión por la literatura, pero sobre todo por el libro como objeto. Sus bibliotecas, en este marco, se destacan por la cantidad y la variedad de volúmenes.
Quien goza con la bibliofilia apuesta por encontrar ediciones originales. También es habitual que estudie e investigue las obras: muchas veces, incluso, la colección se centra en una temática que constituye su principal ámbito de interés.
A nivel general, el bibliófilo es un amante de la lectura ya que obtiene placer con la puesta en marcha de esta actividad. Pero, como decíamos líneas arriba, va mucho más allá, debido a que se siente atraído por la tipografía de los libros, la encuadernación, las características del papel y otros detalles.
Esta pasión se puede comparar con muchas otras, que sienten muchas personas por su actividad favorita y los objetos que las representan. Esto no indica que haya una relación superficial con la literatura; casi por el contrario, el apego que se genera entre una persona y un libro es el propio de un vínculo afectivo. Sentir una fascinación por los aspectos materiales no ocurre a costa de ignorar o infravalorar los literarios, sino como un complemento.
Orígenes
Suele afirmarse que la bibliofilia nació entre los siglos XIV y XV, con el Renacimiento. Integrantes de la monarquía y de la nobleza, en este marco, solían indagar por incunables y manuscritos para sumarlos a sus compilaciones.
Según Samuel Pepys
El diarista Samuel Pepys, nacido en Londres en 1633, nos legó un retrato del bibliófilo clásico, a quien describió como un amante de la lectura, pero también de la admiración de los libros. Es alguien que por lo general se construye una colección numerosa y enfocada en ciertos temas bien específicos.
Además, el bibliófilo clásico es capaz de distinguir e identificar las obras que atesora, ya que las explora repetidas veces y en profundidad. Nótese que, según Pepys, no siempre la bibliofilia acarrea la compra o adquisición de todos los libros amados; en algunos casos, la relación se da en las bibliotecas públicas.
Si bien no siempre ocurre, en algunos casos la forma sí pesa más que el contenido, al punto de perseguir ediciones raras, como ser la primera o aquellas que se asocian con historias muy particulares y que resultan difíciles de conseguir, que hayan pertenecido a personas destacadas o que contengan un autógrafo del autor, entre otras posibilidades.
Bibliomanía
Es importante distinguir entre la bibliofilia y la bibliomanía. Mientras que la bibliofilia es un apego a los libros, la bibliomanía se vincula a la acumulación exagerada de estos materiales impresos. Por eso hay una connotación negativa en la noción de bibliomanía, ya que el concepto refiere a una manía: una atracción desmedida o enfermiza. El bibliófilo, en cambio, no registra esa patología.
Al día de hoy, podríamos afirmar que la bibliomanía es más común que nunca. Si bien esto no quiere decir que en el pasado no hayan existido personas con la tendencia patológica a acumular cantidades excesivas de libros, las posibilidades que nos brinda Internet y el mercado actual en general son mucho mayores. Basta con entrar en un sitio Web, escoger los libros que deseamos y recibirlos en nuestro domicilio sin mayor vacilación. No debemos cargar con ellos, podemos actuar de forma mucho más impulsiva porque no tenemos que hablar con nadie, y podemos hacerlo en soledad, desde nuestro hogar.