Un caballo es un animal mamífero que forma parte de la familia de los équidos. Se trata de un perisodáctilo: un ser ungulado (utiliza el extremo de los dedos para apoyarse y caminar) cuyas extremidades tienen una cantidad impar de dedos finalizados en pezuña y cuyo dedo central presenta un desarrollo mayor respecto al resto.
Los caballos se caracterizan por sus largas extremidades y por su cola formada por una gran cantidad de cerdas extensas. Las razas más grandes pueden presentar ejemplares con una altura de 1,80 metros y un peso cercano a la tonelada. Estos animales son herbívoros y se comunican entre sí mediante relinchos.
Domesticación del caballo
La domesticación del caballo se inició miles de años antes de Cristo. Desde la antigüedad el ser humano utilizó al caballo como animal de tiro o para trasladarse sobre su cuerpo. Además se lo emplea para la práctica de deportes ecuestres, que son las disciplinas que se realizan a caballo, como saltos de obstáculos o carreras.
La conducta de los caballos varía de acuerdo a la raza. En general son animales sociables que pueden desarrollar vínculos con las personas. Incluso hay caballos que se utilizan en terapias para asistir a pacientes con autismo y otros trastornos.
Maltrato animal
Sobra decir que no importa si se trata de la doma para trabajos forzosos (como ser tirar de carros), de los deportes ecuestres o de la equinoterapia, en ninguno de estos casos se respeta la libertad del animal, razón por la cual no deberíamos realizar ninguna de dichas actividades si deseásemos convertirnos en seres justos y compasivos. El caballo no nace para satisfacer nuestras necesidades, sino las suyas, aunque el ser humano lleve milenios malinterpretando esta simple premisa.
Como si el grado de maltrato que reciben los caballos no fuera suficientemente grave, en cuanto sufren una lesión que les impida continuar desarrollando sus obligaciones con normalidad, es normal que sus dueños los maten o los abandonen. Es ahí donde entran en juego algunos santuarios, que los acogen y les dan una segunda oportunidad para ser felices.
Los caballos son seres fascinantes, con características dignas de ser admiradas: tienen un aspecto físico bellísimo, un porte excepcional que es la envidia de muchos y muchas modelos, crines que ondean al viento, una fuerza física considerable y una velocidad que, en combinación con su resistencia, les permite recorrer grandes distancias en poco tiempo. Lamentablemente, no muchos caballos pueden disfrutar de sus dotes en libertad.
El caballo en el ajedrez y las cartas
En el ajedrez, el caballo es una pieza que tiene la particularidad de poder saltar sobre el resto. Sus movimientos son oblicuos: del casillero (escaque) blanco al negro dejando uno blanco en el medio, o del negro al blanco dejando uno negro en el medio.
El caballo también es una carta de los naipes españoles. Lleva el número 11, habiendo cuatro caballos (uno por palo) por baraja.
El término en distintas expresiones
En el habla cotidiana, decimos ir a caballito para describir la acción de subirnos encima de otra persona pasando nuestras piernas alrededor de su cintura y sujetándonos con los brazos sobre sus hombros, para que nos lleve en andas. Esto se suele hacer por divertimento, ya sea entre adultos o niños, y también es normal que los padres lleven a sus hijos de este modo para divertirlos o bien cuando sienten demasiado cansancio como para seguir caminando.
Como sucede con otra expresiones populares, tiene muchas variaciones según el país o la región de habla hispana, e incluso algunas han surgido como resultado de transliterar sus equivalentes en otros idiomas o dialectos: ir o montar a camichocho, ir a cococho, ir en burrica, ir a carranchapernas, ir a buscaletas, ir a coscoletas, ir a burrichicos o ir a babuchas, entre otras.