La canonización es el acto y el resultado de canonizar. Este verbo, a su vez, procede del vocablo del latín tardío canonizāre y refiere a nombrar, de manera solemne, a un individuo como santo.
Esto quiere decir que la canonización es el proceso que hace que un ser humano ya fallecido se convierta en santo. Dicho proceso es desarrollado por la Iglesia católica y supone la inclusión del sujeto en cuestión en el canon, que es el listado de los santos reconocidos por esta institución religiosa.
Características de la canonización
Cuando una persona es canonizada, se le puede rendir culto de manera pública y universal. La canonización implica la asignación de una festividad litúrgica al santo en cuestión, a quien se le pueden dedicar imágenes, capillas e iglesias. Cabe destacar que los católicos creen en la capacidad del santo para interceder ante Dios.
La canonización como proceso formal comenzó a desarrollarse en la Edad Media. Para que un individuo sea canonizado, primero debe confirmarse que ha demostrado las virtudes cristianas en un grado heroico o que ha experimentado un martirio por su fe. También se tiene que confirmar que ha realizado uno (si fue un mártir) o dos milagros (la canonización por vía heroica).
Para postular a un candidato a la canonización tienen que haber pasado cinco años desde su fallecimiento. Se debe presentar y hacer pública la intención de que dicho individuo sea elevado a la santidad, y como parte de este proceso es necesario llevar a cabo una investigación para conseguir una serie de testimonios y datos biográficos.
Paso a paso
Tras la postulación se inicia una serie de pasos a medida que avanza el proceso: el individuo es declarado siervo de Dios, luego persona venerable, más adelante beato y finalmente, a través de una declaración solemne del papa, santo.
Veamos estos pasos previos más en detalle a continuación:
Siervo de Dios
El proceso de canonización es solicitado por el postulador de la causa y el obispo diocesano, quienes deben, a su vez, presentar un informe con los datos biográficos antes mencionados ante la Santa Sede para dejar constancia de las virtudes del candidato.
A través de la Congregación para las Causas de los Santos, la Santa Sede debe examinar la información y, en caso de aceptar la solicitud, decretar que es posible dar comienzo a la causa (el nombre de este decreto es Nihil obstat).
Venerable
El camino hacia la canonización es largo y complejo, y en este paso en particular es necesario superar cinco fases bien definidas. Todo comienza cuando los testimonios de quienes han conocido al candidato llegan al Tribunal que el obispo diseña específicamente, el cual lleva a cabo un proceso pero no emite ninguna sentencia. Luego está el proceso de los escritos, para analizar la ortodoxia de las obras escritas por el postulado, bajo la supervisión de una comisión de censores.
La tercera fase consiste en la elaboración del «Positivo», un documento que incluye dichos escritos, las virtudes y los datos fundamentales de la vida de la persona, además de los testimonios presentados. En la fase siguiente se crea una Comisión de Teólogos que examina el documento denominado «Positio» y finalmente el Santo Padre da su decreto.
Beato
Como se menciona más arriba, antes de convertir a una persona en santa debe ser nombrada beata. Para ello también es necesario superar varias etapas, como su presentación ante la comunidad, para que la conozcan y admiren, tanto por su intercesión ante Dios como por la realización de un milagro, el cual debe ser examinado de forma pertinente. Ya cuando se propone la existencia de un segundo milagro, la Iglesia comienza a considerar la canonización del beato, que en los mejores casos se concluye con una ceremonia.