El acto de correr se conoce como carrera. Puede tratarse de una acción desarrollada por un ser humano o por un animal. Por ejemplo: «Después de una carrera de diez kilómetros, logré llegar a tiempo a la oficina», «Cuando vio a los perros, el gato inició una carrera a toda velocidad», «Estoy harta de las carreras para hacer trámites: voy a renunciar a este empleo».
También se llama carrera a una competencia de velocidad. Los competidores pueden ser personas que corren, montan a caballo o conducen algún tipo de vehículo. Además existen carreras de animales adiestrados: «El ganador de la carrera nocturna fue un atleta sudafricano», «Siempre me gustaron las carreras de motos», «Las carreras de galgos fueron prohibidas ya que los perros eran sometidos a terribles maltratos».
Como en cualquier otra forma de explotación animal, las carreras de animales son ejemplos de lo atrasada que está nuestra especie en lo que a compasión se refiere. Somos los únicos habitantes de este planeta que usan a otros seres para su propio beneficio de forma injusta, que no contribuye con el equilibrio de la naturaleza sino que alimenta su ego, sus deseos de dominarlo todo sin importar las consecuencias. Los perros y caballos sometidos a las carreras no sólo sufren maltrato durante la explotación, sino que son abandonados cuando dejan de ser «útiles» a sus dueños.
Carrera, por otra parte, es el nombre que reciben los estudios que, una vez completados, otorgan un título y habilitan al graduado a ejercer una profesión. Por extensión, se le dice carrera a la actividad profesional que requiere de una formación previa: «Estoy cursando el segundo año de la carrera de Medicina», «Mi tío es diplomático de carrera», «En tres meses terminaré la escuela secundaria y todavía no sé qué carrera voy a seguir».
Los estudios terciarios y universitarios son a menudo una barrera para acceder a ciertos puestos de trabajo: a pesar de poseer las habilidades y los conocimientos necesarios para desempeñar las tareas de forma brillante, un aspirante puede ser rechazado simplemente por no haber cursado una determinada carrera. Esto no ocurre en todas las empresas, pero sí en muchas, y resulta verdaderamente lamentable.
Basta con realizar una búsqueda laboral al azar para advertir que en la gran mayoría de los anuncios se especifican requisitos vinculados al estudio de una carrera, y muchas veces también a la consecución de un máster o doctorado. Si bien en algunos casos es posible pasar por esto por alto, ciertos ámbitos empresariales son demasiado estrictos al respecto y no ceden ni siquiera ante un gran talento.
De modo similar, haber cursado una carrera puede significar acceder a un grupo social que desprecia a quienes no cuenten con estudios más allá de los obligatorios. En ciertos círculos, el rechazo por la educación académica se considera un desperdicio de oportunidades y un signo de haraganería o de negación al progreso, aunque el individuo se vuelque por otras actividades y decida enriquecerse por cuenta propia.
A la trayectoria profesional y al desarrollo de una actividad también se los denomina carrera: «El futbolista alemán logró desarrollar una carrera muy exitosa en el fútbol italiano», «Estoy tranquilo porque tengo un abogado con muchos años de carrera», «Tuve que abandonar mi carrera artística cuando nació mi primer hijo».
En este sentido, es curioso notar que una persona puede tener una carrera sin haber cursado estudios formales, y esto no influye de ninguna manera en el éxito que pueda haber alcanzado. Sobra decir que los futbolistas pueden llegar muy alto a lo largo de su profesión, y el resultado de todas sus experiencias se denomina carrera, aunque sus conocimientos los hayan obtenido en la calle y en el campo de juego.