Del latín cinisia, que a su vez deriva de cinis, el término ceniza refiere al polvo grisáceo que deja un proceso de combustión. La ceniza está compuesta por óxidos metálicos, sílice y otras sustancias.
Puede decirse que las cenizas son el residuo de una combustión. Por lo general una parte de las cenizas queda en la zona como polvo mientras que el resto se esparce en el humo. Por ejemplo: “Ten cuidado con las cenizas del cigarro: no te ensucies la ropa”, “Después de varias horas de incendio, la cabaña quedó reducida a cenizas”, “El volcán continuó arrojando cenizas durante más de una semana”.
En el ejemplo del incendio que redujo la cabaña a cenizas podemos apreciar que uno de los matices de este término hace referencia a la destrucción, al final de la existencia de algo o alguien. Esto también puede usarse en sentido figurado, para expresar el sentimiento de derrota frente a un obstáculo que parece imposible de superar, ya sea por su dificultad o por la falta de fuerza.
Muchas veces las cenizas son empleadas con algún fin ritual. En la antigüedad eran utilizadas para purificar o limpiar. También se vinculaban al luto.
Cabe destacar que, en muchas culturas, es habitual que el cuerpo de una persona fallecida sea cremado (incinerado), quedando reducido a cenizas. Luego las cenizas se depositan en cajas o urnas de madera u otro material para que los seres queridos del muerto decidan qué hacer con los restos.
Se conoce como Miércoles de Ceniza, por otra parte, al día número uno de la Cuaresma. Esto quiere decir que el Miércoles de Ceniza tiene su celebración cuarenta días antes de la llegada del Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa.
La liturgia cristiana del Miércoles de Ceniza consiste en la imposición a los fieles de las la cenizas que se generan después de quemar los ramos que habían sido bendecidos en el Domingo de Ramos del año precedente. Por lo general el sacerdote dibuja una cruz en la frente del creyente con las cenizas.
En el mundo de la literatura, la ceniza es un elemento simbólico de uno de los cuentos más famosos de la historia: La Cenicienta. Se trata de una historia folclórica que ha sido divulgado en varias versiones, tanto escritas como orales, y también varían en función de la época y el país. Una de las publicaciones más conocidas fue firmada por el escritor francés Charles Perrault y data del año 1697; el título que le dio es Cenicienta o El zapatito de cristal.
La versión que con más frecuencia se lee de este cuento de hadas en occidente narra la historia de una joven pierde a su padre de niña y queda a cargo de su madrastra, una mujer cruel y sin ningún tipo de consideración por ella, que la trata como a una esclava y le recuerda cada día que no es su hija biológica.
Como si la pobre Cenicienta no tuviera suficiente con su injusta madrastra, debe también soportar el desprecio de sus tres hermanastras, quienes también se aprovechan de su inocencia y la usan como a una sirvienta. En el título que le dio Perrault a esta obra clásica se hace referencia a un «zapatito de cristal», uno de los elementos fundamentales de la historia.
El compositor italiano Gioacchino Rossini incluyó en su destacado repertorio la historia de la Cenicienta, y su versión se encuentra entre una de las óperas más populares de la actualidad. El papel principal requiere una voz muy ágil para reproducir todos los pasajes de coloratura; para muchos, Cecilia Bartoli es la cantante que mejor lo interpreta.