El término clausura, derivado del vocablo latino clausūra, puede referirse a la obligación que contraen ciertos religiosos de no abandonar un recinto y que también impide a los laicos ingresar en él. Por extensión, la idea alude al lugar donde se desarrolla esta práctica y al tipo de vida de quien se somete a estas restricciones.
La clausura, en este marco, implica un régimen de aislamiento. Las monjas y los monjes de clausura no salen del convento o del monasterio, y a su vez impiden que las personas que no forman parte de su orden ingresen a los establecimientos.
El objetivo de la clausura es lograr el clima propicio para acercarse a Dios, centrándose en la oración y el recogimiento. Puede decirse que los religiosos de clausura interceden entre las personas y las divinidades mediante el rezo y la meditación.
Las carmelitas descalzas, los monjes benedictinos y los trapenses son algunas de las comunidades religiosas que, aun en la actualidad, viven en regímenes de clausura. Esto no les impide tener un cierto contacto con el resto de la sociedad en determinados ámbitos y contextos.
Como en toda comunidad, las personas que viven en monasterios de clausura deben seguir una serie de reglas. En los párrafos siguientes señalaremos algunas de las más comunes, tomando como referencia los monasterios femeninos de España, que suman alrededor de un cuarto del total a nivel mundial.
A grandes rasgos, podemos decir que la vida de las religiosas de clausura es más austera y difícil que la del resto de las mujeres, al menos de las laicas, ya que se dedican por completo a la oración y la contemplación, así como las clarisas y las ya mencionadas carmelitas.
Resulta innegable que la clausura implica estar separado del resto de la gente, apartado del mundo, aunque esto se lleve a cabo con el propósito de acercarse a él a través del plano espiritual. En este marco, es importante señalar que la entrega a la autoridad de un monasterio nunca debe interferir de forma negativa con la condición civil de las personas religiosas, por lo cual los superiores deben garantizarles una vida compatible con las necesidades del mundo exterior.
Esto nos lleva a la pregunta que muchas personas se hacen con respecto a las monjas y los monjes de clausura: ¿pueden salir del convento cuando lo desean? Pues la respuesta es que son libres de tomar esta decisión siempre que se ponga de acuerdo con sus superiores. Ahondando un poco en las reglas establecidas por el Vaticano, sin embargo, es la madre superiora quien puede autorizar o rechazar las entradas y salidas.
Algunas situaciones comunes en las que las monjas de clausura salen de los monasterios son las citas médicas y las elecciones gubernamentales. Con respecto al cese de su compromiso con el voto de silencio y la vida en clausura, tienen derecho a efectuarlo cuando y como deseen.
También se llama clausura al acto que se lleva a cabo para dar por finalizado un evento o que establece el cierre de algo. Por ejemplo: «La ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos se desarrollará el próximo domingo», «Lamentablemente no podré asistir a la clausura del simposio ya que tengo otros compromisos asumidos», «Las autoridades decidieron la clausura del restaurante por razones bromatológicas».
Otro uso de la noción de clausura aparece en el ámbito del deporte. En varios países latinoamericanos, la temporada de un campeonato de fútbol se divide en dos torneos: el Torneo Apertura y el Torneo Clausura. Más allá de lo que sugiere el nombre, en ocasiones el Torneo Clausura se desarrolla al comienzo del año calendario.