El coeficiente intelectual, también conocido como cociente intelectual, es un número que resulta de la realización de una evaluación estandarizada que permite medir las habilidades cognitivas de una persona en relación con su grupo de edad. Este resultado se abrevia como CI o IQ, por el concepto inglés de intelligence quotient.
Como estándar, se considera que el CI medio en un grupo de edad es 100. Esto quiere decir que una persona con un CI de 110 está por sobre la media entre las personas de su edad. Lo más normal es que la desviación típica de los resultados sea de 15 o 16 puntos, ya que las pruebas se diseñan de tal forma que la distribución de los resultados sea aproximadamente una distribución normal. Se considera como superdotados a aquellos que se sitúan por encima del 98% de la gente.
El coeficiente intelectual y la inteligencia
Serviría mucho definir previamente qué es la inteligencia, término para el cual existen muchas definiciones. La que estableció la American Psychological Association asegura que consiste en la habilidad a través de la cual los individuos son capaces de comprender cosas complejas y de enfrentar y resolver ciertas complicaciones a través del razonamiento; de acuerdo a la capacidad de cada persona se dice que es más o menos inteligente que otra.
Cabe aclarar que según esta definición las capacidades intelectuales de cada individuo varían al tiempo que lo hacen los problemas a los que debe enfrentarse.
El Mainstream Science on Intelligence propuso una segunda definición, corroborada por más de 50 investigadores. En ella se postula que la inteligencia incluye las habilidades de razonar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, planear.
Pruebas para medir estas facultades
La inteligencia no se trata de la facultad para aprender de los libros, únicamente, sino también de la destreza para resolver conflictos y saber qué es lo que hay que hacer a cada momento.
Para poder establecer las facultades intelectuales de una persona se deben realizar varios tipos de pruebas. En estas pruebas se incluyen problemas con palabras o números, formas y diseños, a fin de poder definir la capacidad individual del CI del individuo.
Por otro lado, es necesario definir la inteligencia emocional para comprender las diferencias entre CI de diferentes individuos. La IE incluye habilidades como percepción de los sentimientos (propios y de las emociones del entorno), utilización de las emociones(dominar los sentimientos con el fin de facilitar una actividad cognitiva), entendimiento de las emociones(comprender el lenguaje de los sentimientos y reconocer cómo evolucionan en el tiempo) y control de las emociones (habilidad para manejar los sentimientos propios en función de las necesidades, para alcanzar las metas que se ha propuesto).
Estudios sobre el coeficiente intelectual
Según algunos estudios desarrollados en la University College de Londres, para saber si el CI se mantiene indeleble al paso del tiempo o si se modifica, se ha descubierto que el valor del CI de una persona cambia significativamente a medida que esta crece; en algunos casos aumenta su valor y en otros disminuye.
Se descubrió también que los cambios en el CI relacionado con el lenguaje, se encuentran asociados con las variaciones en una determinada región del cerebro, más precisamente en la corteza motora izquierda. Por su parte, en lo referente a las pruebas no verbales, se sabe que puede deberse a un aumento de la materia gris que reside en el cerebelo anterior (la que controla la parte sensitiva y motora del organismo).
Se sabe también que existen diferencias en el CI entre hombres y mujeres, esto no significa claramente que uno sea más inteligente que otro, sino que poseen habilidades cognitivas diversas; lo mismo ocurre en personas pertenecientes a unas y otras culturas, porque más allá del aprendizaje social hay una determinada predisposición a desarrollar de una forma específica el CI.
Efecto Flynn
La historia, por su parte, muestra que las puntuaciones en una evaluación dada y en una población determinada han tendido a subir. Por lo tanto, los test que miden el coeficiente intelectual deben ser actualizados en forma periódica para que los estándares anteriores se mantengan.
Este fenómeno es conocido como Efecto Flynn, gracias a los estudios de James Flynn. Este neozelandés especialista en cuestiones políticas fue quien advirtió que las puntuaciones de IQ subían en todo el planeta una media de tres puntos por década. Entre las explicaciones esgrimidas por los especialistas, aparecen una educación de mayor calidad, una nutrición más saludable y una mayor preponderancia de las familias con una cantidad de integrantes reducida.