Concubinato es un término que procede del latín concubinatus y que refiere a la relación marital que mantiene una pareja sin estar casada. A los integrantes de estas parejas se les conoce como concubinos aunque, en ciertas culturas, la concubina era una mujer de menor posición social que el hombre en una relación del tipo matrimonial.
Por ejemplo: «Marta y yo vivimos en concubinato ya que no creemos en el matrimonio», «El concubinato de la actriz y el futbolista finalizó en medio de un escándalo», «Ezequiel está a favor del concubinato, pero yo le dije que sólo me iría a vivir con él si nos casamos por Iglesia».
Origen del concubinato
El concepto de concubinato se remonta a la Antigua Roma y a tiempos bíblicos. Por lo general, el concubinato era voluntario (ya sea por un acuerdo entre el hombre y la mujer o entre el hombre y la familia de la mujer) ya que se consideraba que esta relación aportaba seguridad económica a la mujer. Existía, de todas maneras, el concubinato servil que suponía la esclavitud sexual de la mujer.
En el Imperio Romano y en la Antigua China, el concubinato tenía un estatus legal inferior al matrimonio. Esto quiere decir que un hombre podía tener una esposa y una concubina de manera simultánea. Las leyes occidentales, en cambio, sólo admitían el matrimonio monógamo y dejaban a la concubina fuera de cualquier protección legal.
En la actualidad, en cambio, el concubinato se asocia a una pareja de hecho que convive de forma estable y que mantiene una relación análoga a la matrimonial o conyugal. Por eso, muchos Estados han incluido a estas parejas dentro de un marco legal para evitar el desamparo de alguno de sus miembros en caso de enfermedad o muerte.
La situación de las parejas homosexuales
Aunque todavía existan muchos impedimentos y una profunda ignorancia y negación al respecto, el concubinato se aplica tanto a parejas heterosexuales como homosexuales. Para estas últimas, sin embargo, la situación no suele ser fácil, ya que lo normal es que no se les reconozca la totalidad de sus derechos, si es que tienen la suerte de vivir en un país en el cual no sea legal condenarlos a muerte por su sexualidad.
Desde un punto de vista legal, el reconocimiento oficial del concubinato entre dos personas tiene beneficios, como ser el acceso a la seguridad social que una de las dos puede brindar a su pareja a través de su trabajo. Para ello, en el caso de las parejas heterosexuales, suele bastar con apuntar al otro individuo, dando fe de la relación existente entre ambos; por otro lado, son pocos los países que admiten este derecho a dos personas del mismo sexo que vivan bajo el mismo techo.
Compromisos y objetivos del concubinato
El concubinato acarrea una serie de compromisos que a menudo se pasan por alto, ya que su sentido va mucho más allá de acortar las distancias. Las relaciones de pareja suelen comenzar por una etapa de enamoramiento que se opone a un análisis minucioso de los rasgos de la otra persona; este nivel de objetividad suele darse pasado un tiempo de convivencia, y es a través de esta experiencia cercana que los lazos se ponen a prueba, lo cual puede resultar en que se vuelvan más fuertes o que se destruyan a causa de un pobre sustento.
Compartir la vida con otra persona supone caminar en una misma dirección, incluso cuando cada uno tiene objetivos diferentes a nivel vocacional. El concubinato funciona si se parte de una base moral en común, una serie de principios que representen a ambas partes, si el nivel de enriquecimiento que otorga la relación no puede rechazarse. Se trata de una experiencia que todos tenemos derecho a vivir, siempre que así lo queramos, independientemente de nuestra sexualidad, y este último aspecto no debería tener ninguna importancia para los individuos ajenos a la pareja.