La noción de contrición procede del vocablo latino contritio y alude al arrepentimiento que experimenta una persona cuando siente que actuó de manera indebida. Para el catolicismo, la contrición es el dolor sentido por ofender a Dios.
Nace de la culpa
A nivel general, la contrición nace de la culpa. Un individuo que cree que se comportó incorrectamente muestra contrición a partir del remordimiento y la pesadumbre que le genera su propio accionar.
En el ámbito de la religión, se considera a la contrición como el profundo dolor que surge al cometer un pecado. Esta contrición está vinculada a la intención de no volver a pecar en el futuro.
La contrición surge del padecimiento interno por haber ofendido a Dios. Esto quiere decir que va más allá de la recompensa que se pierde y del castigo que amerita el pecado. Se piensa que la contrición es sobrenatural en tanto se sustenta en la fe sobre los preceptos de Dios y en lo que Él es.
Características generales
El acto de contrición puede desarrollarse de distintas maneras. Lo esencial es el arrepentimiento genuino, voluntario y consciente del pecado cometido: en este sentido, no es necesario seguir ninguna fórmula.
Durante la misa, de todas formas, el acto de contrición respeta ciertas formas. Quien celebra la eucaristía invita a los fieles a reconocer sus pecados junto a la oración que clama por el perdón divino.
La teología divide entre la contrición perfecta (que nace del amor de Dios) y la contrición imperfecta (motivada por el temor al infierno u otra razón semejante). A la contrición imperfecta también se la conoce como atrición, asociada al miedo y a la vergüenza.
En la misa
Como anticipamos más arriba, el acto de contrición puede tener lugar en la misa católica, donde también podemos asociarlo con el concepto de Acto Penitencial y tiene lugar luego de que el sacerdote haya saludado a la Asamblea. Para que los fieles puedan pensar detenidamente en sus propios pecados y sentir un arrepentimiento genuino, se genera un momento de silencio en la iglesia.
Dios es el principal receptor del acto de contrición, ya que el diálogo que los creyentes tienen con él se interrumpe cada vez que cometen un pecado; pero también lo son las demás personas, porque todos los católicos son responsables de la santidad de la Iglesia, la cual se ve afectada por el pecado.
El libro litúrgico en el que podemos encontrar las rúbricas, las oraciones y las ceremonias necesarias durante una misa se denomina Misal romano. En él se indican tres formas para practicar la contrición:
* yo confieso: la más común, que permite expresar el arrepentimiento y el deseo profundo de reconciliarse con Dios y con la Iglesia;
* diálogo: para pedirle a Dios que salve al pecador y sea misericordioso con él;
* letanías y peticiones: existen varias posibilidades, que puede escoger el celebrante. También puede incluirse el canto Señor, ten piedad.
Contrición perfecta extrasacramental
Existe un solo caso en el cual se permite la denominada contrición perfecta extrasacramental: que el pecador se encuentre próximo a la muerte. Si realmente desea reconciliarse con Dios en tal momento crucial, entonces la Iglesia le concede la oportunidad de confesarse.
De acuerdo con el Concilio de Trento, este acto contrición no debe celebrarse si el pecador no siente un deseo genuino de recibir el sacramento. Dicho de otra manera, el único motivo no puede ser «recibir el perdón de Dios», sino reconocer los propios errores y las consecuencias que hayan tenido en los demás, en el lazo con los demás. Debe surgir de manera casi natural, como un impulso sano de reparar lo que hayamos destruido.