Corona, del latín corona, es un término con varias acepciones. Puede tratarse del cerco de metal, flores o ramas que se sitúa en la cabeza como símbolo de una insignia honorífica, una dignidad o como adorno.
Por ejemplo: «Ingresaré en el Castillo de Edenton y robaré la corona del Rey Juan IX», «El monarca caminó entre sus súbditos luciendo una corona de oro y diamantes y una capa de terciopelo», «Al recibir la corona de olivo, los campeones olímpicos no pudieron contener las lágrimas de emoción».
La corona como reconocimiento simbólico
Una corona también puede ser un reconocimiento simbólico, sin testimonio físico. En esos casos, muchas veces se utiliza la expresión «rey sin corona» ya que se considera que una persona reina en determinado ámbito por sus condiciones o logros.
«Con el nuevo título, Lionel Messi confirmó que ostenta la corona del fútbol mundial», «El equipo de Los Ángeles Lakers intentará recuperar la corona pese a que ha perdido a su entrenador histórico» y «El director quiere revalidar su corona como hijo predilecto de la crítica con su nueva producción» son frases que muestran este uso.
Un arreglo floral, algo circular y una unidad monetaria
Una corona también puede ser un conjunto de hojas y/o flores que se disponen en círculo: «La familia pidió a los seguidores del cantante que no envíen coronas, sino que donen el dinero a instituciones benéficas», «Don Javier se emocionó cuando llegó una corona desde su tierra natal», «La corona de los hijos fue situada junto al cajón».
Otro uso del término refiere a la cosa de forma circular que tiene una parte alta: «Para elaborar la masa, primero tenemos que hacer una corona con la harina y colocar una cucharada de aceite en el medio».
La unidad monetaria de ciertos países, la parte de los dientes que sobresale de la encía y la pieza artificial que protege o sustituye dicha parte dental también se conoce como corona.
Corona en la teoría musical
La corona, también llamada calderón, es un signo de la notación musical que permite indicar un momento de reposo, ya que alarga la duración de la figura a la cual afecta, y ésta puede ser tanto una nota, como un silencio o una barra de compás. Su efecto es el de prolongar el pulso existente hasta la figura anterior a la coronada; si bien no establece una cantidad de tiempo exacta para dicha alteración, ya que queda a gusto y criterio de los ejecutantes o de los directores, lo más común es que la duración se duplique.
En los conciertos para solistas, la corona se utiliza para señalar las cadencias, pasajes en los cuales los músicos tienen total libertad para improvisar. En las arias da capo, provenientes del Barroco y caracterizadas por consistir de tres partes (A, B y C), este signo sirve para indicar el final de la primera parte.
Con respecto a su aspecto, la corona tiene un diseño muy sencillo y fácil de distinguir: está formado por un punto y un semicírculo que se ubica por encima del mismo, aunque también puede dibujarse en sentido inverso.
La tendencia preferida de la música académica es ubicar la corona sobre la figura cuya duración se desea alterar, sin importar la dirección de su plica (la barra vertical que va unida a la cabeza de todas las figuras, a excepción de la redonda). Sin embargo, es posible colocarla por debajo, si así lo exige el pentagrama por cuestiones de espacio, o por una decisión estilística del compositor o revisor.
El origen de la corona se remonta a la Edad Media, al siglo XIV, y por lo general afectaba la última nota de las piezas. En el Renacimiento, compositores como Josquin des Prez y Guillaume Dufay la usaron en muchas ocasiones. Durante el Barroco, algunos compositores, entre los cuales se encontraba Johann Sebastian Bach, aprovecharon la corona para indicar el final de una frase.