El vocablo latino cumŭlus llegó al castellano como cúmulo. El concepto puede emplearse para nombrar a la acumulación o el amontonamiento desordenado de diversos elementos.
Por ejemplo: “Cuando finalizó el encuentro, experimenté un cúmulo de sensaciones”, “Mi vida es un cúmulo de problemas, necesito vacaciones”, “El cúmulo de errores del gobierno provocó esta crisis social”.
En este marco, si alguien se refiere al “cúmulo de dificultades” que tuvo que atravesar hasta alcanzar una meta, estará haciendo referencia a todos los inconvenientes que debió superar para cumplir con su objetivo.
En el ámbito de la astronomía, por otro lado, se denomina cúmulo al conjunto de pequeñas estrellas que resulta espeso a la vista. Los cúmulos estelares se generan por la atracción que produce la gravedad mutua de las estrellas.
Según la clasificación tradicional, es posible distinguir los cúmulos estelares abiertos de los globulares. Los cúmulos abiertos están formados por estrellas jóvenes (cuya antigüedad puede estar entre los cien y los mil millones de años), mientras que los cúmulos globulares se componen de estrellas viejas, cuya antigüedad puede superar los mil millones de años.
Los cúmulos abiertos, por otra parte, presentan una cantidad inferior de estrellas que los cúmulos globulares. También se disgregan con el correr del tiempo a causa de su interacción con nubes moleculares mientras se desplazan por la galaxia, mientras que los globulares tienen grados mayores de estabilidad y densidad, lo cual los vuelve menos propensos a la disgregación, aunque esto no evita que tarde o temprano se destruyan.
Más allá de las diferencias en cantidad de estrellas (lo cual repercute inevitablemente en la masa de ambos tipos de cúmulos) y en la edad de cada uno, también es posible distinguirlos por la riqueza en metales que presentan (los abiertos superan a los globulares en este aspecto) y por su órbita (los globulares pertenecen a la población del halo, y los abiertos, a la del disco).
A pesar de todo lo dicho, las dimensiones de sus núcleos no son muy diferentes: tanto en los cúmulos abiertos como en los globulares, éste se puede medir en unos cuantos pársecs (la unidad denominada pársec o parsec se usa en el ámbito de la astronomía y su definición es la distancia a la cual una unidad astronómica se une con un ángulo de arco un segundo).
En las décadas de 1980 y 1990, algunos investigadores descubrieron que esta clasificación no era suficiente para incluir todos los tipos de cúmulos estelares que existen. En las Nubes de Magallanes, por citar un ejemplo, hay cúmulos de dimensiones comparables con las de los globulares aunque de una antigüedad que no permite ubicarlos en este grupo. Fuera de nuestra galaxia también se han descubierto cúmulos estelares de características similares, con masas muy superiores a las de los globulares, y se denominan supercúmulos.
En la Vía Láctea también hay supercúmulos, y algunos de ellos se hallan detrás de inmensas nubes de polvo. Es importante distinguir los cúmulos estelares de las asociaciones estelares, agrupaciones que no se encuentran unidas por la gravedad y que presentan una dispersión lenta.
En el terreno de la meteorología, los cúmulos son agrupaciones de nubes características de la época estival, que se asemejan a montañas con nieve. También llamadas cúmulus, estas nubes tienen un destacado desarrollo en sentido vertical y sus bordes son brillantes y bien definidos.
Para la geología, cúmulo es la reunión de cristales en el magma. La noción además se usa para denominar a la roca que resulta de este proceso de acumulación.
La citología, por último, apela a la idea de cúmulo de diferenciación para aludir a los antígenos que se encuentran en la superficie de los leucocitos, utilizados para identificar la clase de célula y su actividad.