Al revisar la etimología del término dactilar, llegamos al vocablo griego dáktylos, que puede traducirse como dedo. Dactilar, por lo tanto, es un adjetivo que alude a lo digital (lo que pertenece a los dedos).
Cabe recordar que los dedos son los apéndices articulados en que finalizan el pie y la mano del ser humano. Teniendo en cuenta lo escrito líneas arriba, lo dactilar se vincula a estos apéndices.
La idea de huella dactilar o huella digital, en este marco, alude a la impresión que deja la yema del dedo en una superficie cuando entra en contacto con ella. Por eso la noción también se conoce como impresión dactilar.
Esta impresión dactilar es posible por las líneas innatas que todas las personas tienen dibujadas en las yemas. Las líneas son exclusivas de cada individuo: no hay dos patrones que se repitan. Esto hace que las huellas dactilares se utilicen como método de identificación.
Otro nombre que recibe la huella dactilar es dermatoglifo, y es importante aclarar que no sólo los seres humanos poseemos estas marcas, sino que también es posible advertirlas en los chimpancés, los gorilas, los koalas y las ardillas, entre otras especies.
Existen sensores que permiten reconocer la huella dactilar de un sujeto gracias a la capacidad del dispositivo de leer y almacenar las huellas. Así es posible permitir o denegar el acceso a un sitio o servicio, por ejemplo, a través de un sistema de permisos vinculados a las impresiones dactilares.
El acceso a un espacio físico puede ser controlado mediante un sensor de reconocimiento dactilar. En el sistema es posible registrar y guardar las huellas dactilares de la persona con acceso autorizado. Luego el sistema se vincula a una cerradura electrónica que abre o mantiene cerrada la puerta según el resultado de la comparación de la huella del usuario actual y el que tiene permitido el acceso: si alguien con permiso para ingresar coloca su huella sobre el sensor, la puerta se abre; en cambio, si lo hace alguien sin autorización, la apertura no se produce.
Por lo general, el dedo que se usa en los sistemas de identificación de personas es el pulgar, aunque el índice también. La primera técnica data de finales del siglo XIX, y la creó el policía francés Alphonse Bertillon; más tarde, el antropólogo y también policía de origen croata Juan Vucetich Kovacevich le hizo ciertas mejoras.
Veamos a continuación una clasificación de las huellas dactilares según sus características y el medio en el que se encuentran o se registran:
* visibles: éstas también se conocen como positivas, y se trata de las que los dedos dejan en una superficie cuando se los impregna de colorantes, naturales o artificiales, como ser tinta, sangre o polvo, entre muchas otras sustancias o materiales que permitan la generación de una marca tras el contacto de los dedos con algún objeto. Para entrar en esta categoría, la huella dactilar debe ser fácil de ver, sin necesidad de instrumentos de investigación;
* moldeadas: se trata de aquéllas que se encuentran impresas a modo de molde, en materiales como jabón, grasa o plastilina, entre otros que pertenecen al grupo de la materia plástica;
* naturales: las huellas dactilares, propiamente dichas, las que se encuentran en las manos de las especies antes mencionadas;
* artificiales: se plasman de forma intencional en algún dispositivo que permita estudiarlas.
La disciplina científica que se dedica al estudio de las huellas dactilares se denomina dactiloscopia, término que puede ser escrito también con tilde en la segunda I. Según los expertos en la materia, las técnicas pertenecientes a esta disciplina son las más fiables para la identificación de personas.