El vocablo latino decĭmus llegó al castellano cono décima o décimo. Así se denomina a aquello que continúa en orden a lo noveno. Por ejemplo: “El piloto alemán finalizó la carrera en la décima posición”, “La décima edición de la feria internacional del libro se llevará a cabo durante el próximo mes de agosto”, “Es la décima vez que te lo digo: ordena tu cuarto o no te daré permiso para asistir al baile”.
Tomemos el caso de una campaña solidaria que se realiza con el objetivo de recolectar prendas de abrigo que luego se donan a las personas más pobres durante el invierno. Dicha campaña, de carácter anual, se hizo por primera vez en 1989 y, desde entonces, se desarrolla sin interrupciones. Esto quiere decir que la décima edición de la iniciativa tuvo lugar en 1998, sucediendo a las ediciones de 1989 (la primera), 1990 (segunda), 1991 (tercera), 1992 (cuarta), 1993 (quinta), 1994 (sexta), 1995 (séptima), 1996 (octava) y 1997 (novena)
En muchos ámbitos, como ser el de una campaña solidaria, pero también el televisivo, radial o editorial, llegar a la décima edición de un determinado proyecto puede ser de gran importancia. Si tomamos por ejemplo un programa de radio hecho con pocos recursos pero con una gran dedicación, no siempre es posible mantenerlo vivo durante diez temporadas, independientemente del tiempo que dure cada una, ya que el mundo está controlado por las grandes empresas; de este modo, un caso así es digno de admiración.
El número diez es muy significativo en las culturas que usan el sistema decimal como base de sus operaciones aritméticas. Estamos acostumbrados a dividir la vida misma en porciones de diez unidades: ya sea períodos de diez años, grupos de diez personas o incluso tramos que se miden en múltiplos de diez de las unidades oficiales, como ocurre con las calles que se dividen en caminos de cien metros o las partes de las carreteras que miden un kilómetro.
Esto no es una coincidencia sino que se desprende del hecho de que nuestro primer acercamiento a las matemáticas nos enseñe que los múltiplos de diez son, de alguna manera, hitos en los que se divide todo. Desde pequeños aprendemos a usar todo tipo de dispositivos que nos recuerdan este límite arbitrario de diez unidades, como ser el teléfono o la calculadora con sus diez dígitos posibles, así como los canales del televisor, los programas de la lavadora y la combinación de una caja fuerte.
En el primer párrafo se hace referencia a la décima advertencia que un padre o una madre le hace a uno de sus hijos, y esto debe entenderse de forma figurada: no se trata necesariamente de una serie de diez repeticiones, sino que se usa este término para enfatizar el hecho de que el mensaje le ha sido dado muchas, demasiadas veces y que ya es hora de que lo entienda y se comporte de forma pertinente.
La décima vez pesa más que la novena o incluso que la décimo tercera, probablemente por ser la primera de todas en pasar de una cifra a dos.
También se conoce como décima a cada una de las partes idénticas en las cuales se divide algo: una unidad de medida, un grado de fiebre, un billete de lotería, etc.
En el terreno de la poesía, una décima es una composición formada por una decena de versos octosílabos, de los cuales el primer verso rima con el cuarto y con el quinto; el segundo rima con el tercero; el sexto se combina con el séptimo y con el décimo; y el octavo rima con el noveno. Tras el cuarto verso, pueden utilizarse dos puntos o punto final, pero ya no después del quinto.
