El derecho animal es la legislación que apunta a proteger la dignidad, la libertad y la vida de los seres sintientes no humanos. Se compone, por lo tanto, de aquellos derechos positivos que buscan garantizar el bienestar animal.
Las normas que constituyen el derecho animal abarcan a la fauna, las mascotas, los ejemplares que se utilizan en la industria del entretenimiento y aquellos que se crían para investigación y alimento. Si bien las primeras leyes al respecto datan del siglo XVII, esta rama del derecho ha adquirido mayor relevancia social en las últimas décadas.
Origen del derecho animal
El origen del derecho animal tiene más de cuatrocientos años. Las normativas primigenias pretendían minimizar el sufrimiento de los animales que eran explotados para transporte o en espectáculos, por ejemplo.
Sin embargo, la mirada hacia los animales está muy vinculada a la cultura. Mientras que algunos pueblos tienden a usarlos para beneficio del ser humano sin demasiados dilemas éticos, en otros se les otorgan derechos que, por lo general, solo se les reconocían anteriormente a las personas.
Cabe destacar que, aunque el derecho animal avanzó en muchos países, todavía se suele avalar la consideración de las especies como mercancías que pueden comprarse y venderse. Incluso la ley permite que los animales sean asesinados para convertirse en comida, aunque teniendo en cuenta determinadas cuestiones para evitar un padecimiento innecesario.
Justificación de la explotación
La justificación de la explotación de los animales suele realizarse tanto desde la historia como de la religión. Por supuesto, esta justificación no es válida para los animalistas (las personas que se dedican a la defensa de los derechos de los animales).
Hay quienes entienden que, desde el propio nacimiento del Homo sapiens, nuestra especie se vale de los animales para comer y vestirse. De la caza y la pesca se pasó a la ganadería pero manteniendo esa explotación que ya forma parte de una costumbre aceptada y aceptable.
Por otra parte, existe una corriente que avala la explotación animal a partir de lo expresado en el Génesis, el primer libro del Antiguo Testamento cristiano y del Tanaj judío. Allí se indica que Dios concedió el ser humano el dominio sobre la totalidad de los animales, aunque estableciendo ciertos límites (como la imposibilidad de comerse una parte de un ejemplar que está vivo).
Otra justificación habitual de la explotación radica en la supuesta falta de determinadas cualidades o capacidades en los animales, que carecerían según esta visión de conciencia o de razonamiento. Frente a esta realidad, se ubica a los animales en un rango inferior respecto al ser humano.
De todas maneras, incluso aceptando esa explotación, hay un cierto consenso sobre la necesidad de no incurrir en torturas y de no propinar un sufrimiento innecesario a los animales, una mirada que ya estaba presente incluso varios siglos antes de Cristo.
El derecho animal y los derechos de los animales
El derecho animal puede ser entendido como una doctrina que regula el trato que los seres humanos les dan a los animales y protege la libertad de estos en su entorno natural. El concepto, por lo tanto, alude al marco jurídico que propicia la protección animal y que promueve la tenencia responsable de mascotas; la caza y pesca regulada; y la regulación de zoológicos y acuarios, entre otras cuestiones.
La idea de derechos de los animales, en cambio, refiere a la consideración de estas especies como sujetos de derecho, al igual que las personas naturales y jurídicas. Se trata de un precepto que difunde el animalismo.
Los derechos de los animales, de este modo, contemplan potestades y libertades que se consideran inherentes a estas especies. Algunos de estos principios son recogidos por el derecho animal, que se plasma en normas escritas.
Muchos pensadores sostienen que el paso de los derechos de los animales al derecho animal es imposible por varios motivos. Los animales no actúan de acuerdo a la moral, no establecen un contrato social ni pueden asumir las obligaciones que equivalen a los derechos. Lo habitual es que se considere que cada derecho se acompaña de un deber, algo que los animales no pueden asumir.
Algunos ejemplos
La legislación sobre protección animal varía según cada país. Son frecuentes las leyes de crueldad hacia los animales, que definen qué conductas se consideran crueles y cuáles son los castigos correspondientes.
En Argentina, por mencionar un caso, la Ley 14.346 fue sancionada en 1954 y fija penas de hasta un año de cárcel para el individuo que comete un acto de crueldad o maltrato hacia un animal.
La experimentación animal, en tanto, es regulada por la Unión Europea a través de la Directiva 2010/63/UE, cuya entrada en vigor pleno tuvo lugar en 2013. La normativa se basa en las Tres R, que incentiva el reemplazo, la reducción y el refinamiento del uso de animales en laboratorios.
También existen leyes de tráfico de animales, leyes de protección de animales de granja y normas que se encargan de la regulación de la cría de animales y que fijan la prohibición de peleas de animales, entre otras reglas.
El derecho animal y las personas no humanas
La figura de persona no humana permite otorgar un estatus jurídico a ciertas especies de animales que son reconocidas por su inteligencia y su desarrollo cognitivo, generalmente pertenecientes al conjunto de los grandes simios.
De esta manera, el derecho animal protege el derecho a la vida, el derecho a la libertad y el derecho a no recibir maltrato físico ni psicológico de estas especies. En distintos países ya se han desarrollo procesos judiciales que se basan en esta figura.
Cuando un animal es tomado como una persona no humana, accede a derechos que solían circunscribirse a los seres humanos. Este «beneficio» tiene que ver con la aceptación de que estas especies razonan, disponen de autoconciencia y entablan lazos afectivos.
En este sentido es interesante mencionar la existencia del Proyecto Gran Simio, que busca el reconocimiento efectivo de gorilas, bonobos, orangutanes y chimpancés como homínidos para que dispongan de algunos de los derechos básicos que en la actualidad solo poseen los seres humanos.