Se denomina desconcentración al acto y el resultado de desconcentrarse o de desconcentrar. Este verbo, a su vez, alude a la pérdida de concentración (término que puede referirse a la atención o a una reunión o congregación).
La idea de desconcentración, por lo tanto, puede referirse a una falencia al momento de centrar la atención mental de manera voluntaria en un determinado objetivo. Este defecto puede provocar que el objetivo en cuestión no se consiga o que el sujeto cometa algún error en el desarrollo de una acción.
Por ejemplo: “El gol llegó por una desconcentración del defensor, que descuidó al jugador que tenía que marcar”, “El conductor perdió el control del vehículo por una desconcentración y el automóvil terminó cayendo al río”, “No voy a tolerar otra desconcentración tuya: presta atención al trabajo o te despediré”.
Las desconcentraciones pueden provocar todo tipo de inconvenientes. Si un alumno se desconcentra en una clase, es probable que no aprenda los contenidos que el docente pretende enseñarle. La desconcentración de un cocinero, por su parte, puede hacer que la comida se queme. Un cirujano desconcentrado, por otro lado, puede causar la muerte de su paciente.
El concepto de desconcentración también se emplea respecto a la separación o la división de un conjunto de individuos. Supongamos que miles de personas se reúnen en una plaza para asistir a un acto político. Una vez que el evento llega a su fin, comienza la desconcentración de la gente: los asistentes se marchan de la plaza para regresar a sus hogares o para dirigirse a otros sitios.
Existen numerosos consejos y muchas técnicas que podemos emplear en nuestro día a día para combatir los problemas de desconcentración, es decir, la falta de concentración. A la hora de estudiar o realizar ciertas actividades laborales, muchas personas se enfrentan a una aparente imposibilidad de despejar su mente de las distracciones y esto puede acarrearles una gran dificultad para cumplir con sus obligaciones o incluso el fracaso rotundo.
El primero de los consejos es fundamental para llevar una vida sana en cualquier ámbito: alimentarse bien. La importancia de la comida no está en duda, ya que la necesitamos para desarrollarnos, para protegernos de las enfermedades y para mantenernos activos. Si hacemos dietas de adelgazamiento excesivas o dejamos de lado los productos más beneficiosos en pos de las grasas saturadas, por ejemplo, nuestro cuerpo no puede alcanzar todo su potencial.
La desconcentración también puede verse alimentada por la falta de sueño, algo muy común en esta era. Mientras que para ciertas personas el sueño es sagrado, otras no consiguen relajarse durante la noche y eso las lleva a continuar activas hasta que finalmente se desploman en la cama o en el sofá, pero esto no les permite descansar como realmente necesitan. Encarar una jornada de estudio o trabajo con pocas horas de sueño es la receta perfecta para rendir mal y, probablemente, enfermarse con mucha frecuencia.
Hay quienes optan por la música ambiental para combatir la desconcentración, pero esto no siempre funciona. La tentación está siempre a la vuelta de la esquina: prepararse algo de comer, ir a por un vaso de zumo, leer esa noticia en Internet que nos quedó pendiente, o responder los mensajes de nuestros contactos en las redes sociales; son todos motivos «muy válidos» para alejarnos de nuestras obligaciones.
Quizás lo peor de la desconcentración sea la gran dificultad que supone volver una vez que nos ha atrapado esa otra actividad, la que nos tentó y nos alejó de la principal. Una forma en la que podemos comenzar a luchar contra este síndrome es permitiéndonos pequeñas pausas a lo largo del trabajo, es decir, asumiendo desde el principio que lo partiremos en pequeñas porciones para que no nos sorprendan las distracciones sino que las tengamos como «premios» por cada etapa superada.