El concepto de dianoética no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Se trata de un término acuñado por el filósofo griego Aristóteles para referirse a las virtudes intelectuales de las personas.
Virtudes dianoéticas
Las virtudes dianoéticas, por lo tanto, se asocian a la inteligencia. Las virtudes éticas, en cambio, están relacionadas con la parte afectiva y sensible de los individuos.
Aristóteles consideraba que, para descubrir las virtudes dianoéticas, era necesario estudiar las funciones cognitivas o racionales. Las virtudes éticas, por el contrario, requerían analizar las acciones de los sujetos.
Los orígenes de las virtudes dianoéticas se encuentran en el aprendizaje. Para desarrollarlas se necesita tiempo y experiencia.
Las virtudes dianoéticas, en definitiva, requieren de la enseñanza y de la sistematización de las experiencias. La dianoética implica pensar mediante la razón, analizando, describiendo y argumentando.
La prudencia
La prudencia es la virtud dianoética más importante de acuerdo a Aristóteles. Permite realizar los cálculos necesarios para determinar el justo medio, con lo cual ayuda a ejercer virtudes morales como la justicia, el coraje y la templanza. Gracias a la prudencia, es posible tener una vida feliz.
Como virtud dianoética, la prudencia posibilita la selección de las normas adecuadas de comportamiento y así regular la conducta. Por eso contribuye a la adquisición de las virtudes éticas.
La sabiduría
Otra virtud dianoética es la sabiduría, asociada a la contemplación y a la función teórica. Su finalidad es determinar qué está bien y qué está mal, o diferenciar entre lo falso y lo verdadero. La sabiduría, pues, lleva a hallar la verdad.
Esta virtud del intelecto va más allá de la mera recolección de datos procedentes de nuestro entorno: se lleva a cabo mediante el procesamiento de los mismos, de su análisis, para convertirlos en recursos propios.
La Ciencia
Es la primera virtud dianoética de la que habló Aristóteles y la que «se ocupa de la necesario». ¿Qué significa esto? De acuerdo con el filósofo griego, lo necesario es aquello que sólo puede ser de una manera; se opone a lo contingente, que tiene consecuencias o definiciones relativas, potencialmente opuestas. Un ejemplo del primer caso sería una afirmación como la siguiente: «si acercamos un cubo de hielo al fuego, se derrite». El segundo, en cambio, contempla posibilidades como «si dejamos el coche aquí, nos lo robarán», que no siempre se cumplen.
Esta virtud dianoética relaciona dos cosas con mucha fuerza, por medio de leyes estudiadas y probadas, que siempre se cumplen. Lo contingente, en cambio, surge de la experiencia. Volviendo por un momento al ejemplo anterior, recién cuando el emisor volviera a buscar el coche y no lo encontrar podría afirmar con total certeza que ese sitio era peligroso. Todo el conocimiento que sí se puede saber antes de la experiencia nos lo brinda la ciencia. Aristóteles consideraba este saber eterno, imposible de destruir, no engendrado.
El arte
Si hablamos de virtudes dianoéticas, dado que reflejan el intelecto de los seres vivos, no podemos dejar de mencionar el arte, que de acuerdo con Aristóteles iba más allá de lo que hoy en día entendemos como «bellas artes», para abarcar la habilidad de realizar algo, de llevarlo a la realidad. Ya sea la pintura, la escultura, la carpintería o la cocina, cualquier conocimiento que nos permita crear algo, hacer que «pase a ser», es arte.
En este marco debemos distinguir la acción de la producción: la primera tiene una finalidad interna a sí misma, tal como ocurre cuando jugamos, cantamos o viajamos; la segunda, en cambio, da lugar a una cosa nueva, como ocurre con las actividades mencionadas en el párrafo anterior.