Disertación es un concepto que deriva del vocablo latino dissertatio. El término alude al acto y el resultado de disertar: exponer sobre un tema de manera metódica y detallada.
TemasAlgunos ejemplos
Veamos el término en contexto con la ayuda de algunas oraciones de ejemplo: “La disertación del ministro de Economía fue seguida con mucha atención por los diputados”, “Cuando el entrenador comenzó con su disertación, ningún periodista sabía qué es lo que iba a decir”, “Un reconocido endocrinólogo brindará mañana una disertación sobre hipotiroidismo en el hospital municipal”.
Una disertación es una exposición de un tema en particular.
En estos tres casos, podemos apreciar con claridad que una disertación se hace sobre un tema en particular, con un grado alto de conocimientos y preparación. No se trata de una exposición espontánea, sino de una que se elabora de forma cuidadosa, que se revisa y se presenta ante un público al que le resultará interesante o necesaria. Esto también es importante: la disertación se hace en un entorno relacionado con el tema, a diferencia de una presentación de tema libre en un centro educativo.
Una exposición oral
La idea de disertación suele asociarse a una exposición oral. Quien diserta comparte sus razonamientos acerca de alguna cuestión, brinda argumentos o trata de educar a los oyentes.
Dependiendo el contexto, de todos modos, la noción puede referirse a ciertas prácticas en específico. En el sistema educativo francés, por mencionar un caso, una disertación es un ejercicio que consiste en responder, apelando a argumentos, una pregunta que plantea un determinado problema. En algunos casos aquel diserta también debe presentar sus conclusiones.
Conferencia, coloquio o clase
La disertación, por otro lado, puede ser una conferencia, un coloquio o una clase. La presentación puede acompañarse con recursos audiovisuales o gráficos para reforzar la transmisión de los conocimientos, aunque la oratoria es el elemento principal.
A grandes rasgos, para que la disertación sea exitosa como proceso comunicativo (es decir, para que se cumplan los objetivos que se plantea el disertante), es necesario prepararla de forma correcta. La planificación tiene que estructurarse a partir de tres preguntas: ¿para qué? (cuál es la finalidad), ¿para quién? (cuál es el público objetivo) y ¿cómo? (de qué manera se pretende alcanzar la meta).
Cómo hacer una disertación
Dado que la disertación tiene que apoyarse en información fiable, que el presentador pueda defender con sus propios conocimientos y una previa investigación minuciosa, el proceso de preparación debe seguir una estructura sólida. No siempre nos encontramos con un público receptivo, que acepte nuestros puntos de vista y argumentos con total apertura, sino que a veces nos vemos obligados a complementar el material con ciertas afirmaciones que le sumen peso, que lo validen, y todo esto debemos anticiparlo.
La estructura de la disertación debe incluir una introducción, el desarrollo y una conclusión.
Más arriba hablamos de las tres preguntas claves para dar comienzo al trabajo, y precisamente la segunda nos permite saber quién recibirá nuestra disertación. Con respecto al contenido, el primer paso consiste en escoger el tema, así como la tesis principal que defenderemos frente al público. Investigando y documentándonos de forma adecuada podremos encontrar información que se relacione con el tema, que se muy completa, que sea precisa, fiable y esté al día. Este último punto es de especial importancia, ya que el saber se actualiza constantemente.
Con todo esto podemos pasar a organizar la información según sea necesario, respetando la cronología o cualquier otro criterio relevante. Ya en la redacción de la disertación deberemos respetar una estructura básica: la introducción, donde definimos el tema escogido; el desarrollo del mismo, donde deberemos exponer un mínimo de tres argumentos para su defensa; la conclusión, donde podemos aprovechar para hacer énfasis en los puntos más importantes para reforzar su impacto en el público.
