La diversificación es el resultado de la acción de diversificar. Este verbo, por su parte, se refiere a hacer que aquello que tenía uniformidad o que carecía de variantes, pase a ser variado y heterogéneo. Diversificar, en otras palabras, es aportar diversidad (pluralidad).
La noción de diversificación se utiliza con frecuencia en el ámbito del comercio para nombrar a la estrategia que adoptan ciertas empresas respecto a su oferta de productos. Si una compañía X centraba su propuesta en dos tipos de productos, la diversificación supondrá que pase a ofrecer una cantidad mayor.
Beneficios de una mayor oferta
¿Qué busca una empresa al apostar por la diversificación? Por lo general, la intención es llegar a nuevos nichos del mercado y generar negocios que, hasta entonces, quedaban fuera de su ámbito de acción. Una empresa que sólo producía alimentos salados puede diversificar su oferta a través de la inclusión de dulces y golosinas, lo que ampliará sus posibilidades de venta.
La diversificación puede lograrse a través de una inversión directa en un cierto sector (comprando maquinarias, materias primas, insumos, etc.) o incluso adquiriendo otra compañía. En el ejemplo anterior, la empresa puede invertir para producir los alimentos dulces en su planta o directamente comprar una firma que se encargue de ello.
Cabe destacar que la diversificación también reduce los riesgos de una empresa. Si el negocio se centra en un único producto y, por algún motivo, la demanda de éste se derrumba, la compañía estará en serios problemas. Distinto es el caso cuando la compañía comercializa veinte productos diferentes.
La idea de diversificación, de todos modos, puede aparecen en otros contextos. Un canal televisivo que se especializaba en deportes puede diversificar su oferta e incluir programas de interés general y espectáculos en su programación.
Diversificación relacionada
Se denomina diversificación relacionada a aquella que busca combinar las actividades anteriores y las nuevas de manera que ofrezcan resultados mejores que los que darían por separado. Esto se puede lograr gracias a una compatibilidad a nivel tecnológico entre ambas, o bien porque compartan ciertos aspectos de su comercialización. Es posible distinguir dos tipos de diversificación relacionada: la integración vertical y la horizontal.
La integración vertical consiste en que una compañía comience a realizar actividades necesarias para su producción normal, pero que hasta el momento haya buscado en terceros; por ejemplo, que empiece a fabricar ciertos insumos que le resultan vitales para la construcción de sus productos. En otras palabras, la empresa se convierte en su propio proveedor, y esto se conoce con el nombre de integración hacia atrás.
También puede darse el caso inverso, o sea que la compañía decida comenzar negocios a los cuales apuntaban sus productos o servicios anteriores, transformándose de esta manera en su propio cliente; esto se denomina integración hacia delante. Ambas decisiones apuntan a reducir los costes de transacción, ya que integran en una misma estructura dos o más procesos que resultan complementarios, lo cual mejora la eficiencia de la compañía.
Sin embargo, este tipo de diversificación relacionada tiene su lado negativo; por ejemplo, la empresa se vuelve menos flexible, aumenta su riesgo global, su organización se hace más compleja y corre el riesgo de perder la rentabilidad al no participar de las economías de escala (los beneficios que se obtienen con respecto al coste medio por unidad de un producto al aumentar la escala de la producción) o de la experiencia ajena.
Integración horizontal
Por otro lado se encuentra la integración horizontal, un tipo de diversificación relacionada que consiste en agregar productos o servicios en medio de la cadena actual de producción.
Estos agregados pueden ser complementarios o sustitutivos. Es posible aprovechar las materias primas e insumos usados hasta el momento o requerir nuevos.