Domicilio procede del latín domicilĭum que, a su vez, tiene su origen en el término domus («casa»). El concepto se utiliza para nombrar a la vivienda permanente y fija de una persona.
Por ejemplo: «Voy a pedir un taxi para llegar a mi domicilio más rápido», «Para contratar los servicios de la empresa, tienes que tener un domicilio en esta ciudad», «La policía informó que el domicilio fue violentado por los delincuentes».
Domicilio real o legal
El domicilio es un atributo que puede aplicarse a cualquier persona, tanto física como jurídica. Se trata de la residencia en que la persona tiene el ánimo real o presunto de residir.
A nivel jurídico, el domicilio supone la circunscripción territorial donde se asienta la persona para ejercer sus derechos y cumplir con sus obligaciones. Un sujeto debe votar en la ciudad donde tiene establecido su domicilio, mientras que una empresa puede ser llevada ante la Justicia en los tribunales donde ha fijado su sede.
El domicilio legal (es decir, aquel declarado ante el Estado) puede no coincidir con el domicilio real. Ese es el caso de un individuo que se mudó desde Córdoba a Mendoza pero que no realizó el cambio de domicilio; por lo tanto, en su documento figura como lugar de residencia el territorio cordobés. Más allá de su vivienda real, esta persona tendrá sus derechos y obligaciones asentados en Córdoba.
Otras clasificaciones
Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto la existencia de otros tipos de domicilio. Así, está lo que se conoce como domicilio social, que es el que tiene una empresa o un profesional determinado.
Cabe destacar que, de acuerdo a la dependencia y al ámbito, es posible distinguir entre distintos tipos de domicilios, como el domicilio civil, el domicilio político o el domicilio fiscal.
La expresión «a domicilio»
Asimismo, hay que subrayar que nos topamos con expresiones o locuciones que recurren a la utilización del término que nos ocupa. Una de ellas es la locución adverbial «a domicilio», que se suele usar para referirse a todas aquellas empresas que realizan sus funciones en la casa del cliente. Un claro ejemplo de ello pueden ser las pizzerías que llevan los encargos directamente a las viviendas de las personas que les han solicitado una.
Esa misma expresión también se emplea en el ámbito del deporte. En este caso, es frecuente que se hable de que un equipo juega a domicilio un partido cuando este encuentro va a disputarse en su ciudad y en su campo.
Un verbo vinculado a este concepto
Por supuesto, tampoco hay que olvidarse de un verbo que precisamente parte del concepto que nos ocupa. Nos estamos refiriendo al verbo domiciliar, que se emplea en el lenguaje cotidiano con dos usos diferentes:
• Para referirse a que una persona ha decidido establecer su domicilio en un lugar determinado.
• Para dejar patente que un ciudadano autoriza a que su entidad bancaria pague los recibos que llegan a su cuenta bancaria. De esta manera, por ejemplo, es habitual que un cliente de una operadora telefónica tome la decisión de domiciliar sus facturas mensuales para que sea el banco el que directamente las pague a través de la cuenta autorizada.