En el latín es donde se encuentra el origen etimológico del término elegir que ahora nos ocupa. En concreto, podemos exponer que deriva de “eligere”, que puede traducirse como “escoger” y que es fruto de la suma de los siguientes componentes léxicos:
-El prefijo “e-, ex-”, que es sinónimo de “de entre”.
-El verbo “legere”, que se utiliza para indicar “escoger”.
El término hace referencia a seleccionar algo o a alguien con un cierto fin o para alcanzar un determinado objetivo.
Por ejemplo: “No sé qué elegir para comer: estoy entre pollo al horno o pastas…”, “Cuando decidí elegir la carrera de Antropología, no pensé que me iba a resultar tan complicada”, “Al momento de elegir un automóvil, debes analizar cuáles son las mejores alternativas disponibles de acuerdo a tu presupuesto”.
Por lo general, elegir una cosa implica descartar otras opciones. Quien elige pasar sus vacaciones en Nueva York, decide no pasarlas en Barcelona, Roma, Cancún ni Tokio, por citar algunas posibilidades.
En la vida cotidiana, las personas se ven forzadas a elegir de manera constante. La mayoría de las veces se trata de elecciones que no tienen grandes consecuencias: qué ropa utilizar, qué camino seguir para llegar al trabajo, dónde almorzar, etc. Otras decisiones, en cambio, son más trascendentes y el individuo debe elegir luego de haber analizado con detenimiento todas las alternativas.
Si una pareja, luego de ahorrar durante diez años, está buscando una casa para comprar, no debería elegir la primera vivienda que ve. Se trata de una inversión muy importante y, por lo tanto, hay que minimizar el riesgo de tomar una decisión equivocada porque sus efectos pueden ser graves.
Cuando hay que tomar una decisión sobre elegir algo importante, como puede ser un trabajo, una cuestión relacionada con un aspecto sentimental, una casa para vivir…se hace necesario elegir de manera precisa, segura y valorando las distintas situaciones. Para eso se aconseja seguir los siguientes pasos:
-Primero, hay que tener muy claro cuál es el objetivo que se persigue o la intención que se tiene.
-Además, se debe tener muy presente la información y los datos sobre cada alternativa existente.
-De la misma manera, se hace necesario valorar los aspectos positivos de cada opción y luego, por supuesto, los negativos para así poder poner unos y otros en una balanza, simbólicamente hablando, y ver cuál de ellas tiene más aspectos a favor que en contra.
De la misma manera, no podemos pasar por alto que también existe la expresión elegir al azar. La misma se utiliza para determinar que alguien selecciona una opción y no otra sin ningún criterio, simplemente porque lo echa a suertes. Un ejemplo sería: “Ramón eligió al azar el número con el que iba a jugar en el sorteo de la lotería».
La idea de elegir, por otra parte, puede aludir al nombramiento de un sujeto para un puesto o cargo. El presidente de un país elige a los ministros que forman parte de su gobierno; el director técnico de un equipo de fútbol, a los jugadores que salen al campo de juego.