Encarnación, procedente del vocablo latino incarnatio, es el acto y la consecuencia de encarnar. Este verbo (encarnar) alude, entre otras cosas, a personificar, colocar carnada o introducirse en la carne.
La encarnación supone la adopción de una forma corporal o física. En el contexto del cristianismo, la encarnación es la transformación que llevó adelante el Verbo Divino al hacerse hombre. Se trata de un acto misterioso que supone que el Verbo Divino (o Dios Hijo, como segunda persona de la Santísima Trinidad) tomó carne humana en el vientre de la Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo.
De acuerdo al dogma cristiano, la Santísima Trinidad indica que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo de manera simultánea. A través de la encarnación, asume la naturaleza humana en el seno de María, sin perder sus otras condiciones. La persona que engendra María es Jesucristo (Dios Hijo).
Siguiendo en el ámbito de la religión, la Virgen de la Encarnación es la advocación mariana del catolicismo que se encarga de la representación de la Virgen María en el instante de la encarnación. Su celebración es el 25 de marzo.
La encarnación, por otra parte, es la interpretación de una persona o de un personaje que realiza un actor, o la simbolización de un pensamiento o una idea. En la película «Ali», el actor Will Smith encarna al boxeador Muhammad Ali: es decir, utiliza su cuerpo o su «carne» para representar al deportista que le da título a la obra.
Encarnar un personaje no sólo requiere talento actoral, sino un arduo trabajo que se compone de diferentes fases y aspectos, y que comienza mucho antes de la puesta en escena o la filmación. Si bien los grandes actores no nacen en academias sino que llegan a este mundo con una intuición muy superior a la media, no debemos subestimar la importancia de la técnica a la hora de representar un papel.
La encarnación de un personaje debe ser un compromiso que se mantenga en todo momento a lo largo de una obra, tanto cuando el actor se encuentre en el foco de la atención como cuando esté en segundo plano. No importa si está hablando o si está escuchando a otro actor interpretar sus líneas: debe mantenerse enfocado para que la tensión no se diluya en ningún momento. Si logra esta consistencia de principio a fin, el público lo nota y se lleva una impresión sólida de los rasgos de su personaje, sin interferencias por parte del actor.
Pensemos por ejemplo en una escena de una obra en la cual tiene lugar un diálogo entre tres personajes. Mientras un actor habla, los otros dos no deben dejar de interpretar a sus personajes mientras lo escuchan, sino hacer lo que ellos harían en esos momentos: pestañear, cruzarse de brazos, tocar a los otros dos o hacer gestos que indiquen que está escuchando el discurso y reaccionando ante él.
Otro de los trucos que separan una encarnación convincente de una mediocre es el ritmo de los diálogos. Es quizás el aspecto más difícil de controlar, ya que depende de varios factores: la forma de hablar del actor, el contexto cultural e histórico del personaje y las habilidades del actor para representarlo adecuadamente son tan sólo tres de los más importantes. No es fácil medir la velocidad a la que el profesional debería decir sus líneas, y por eso el veredicto final lo tiene el público: si se cree cada palabra, entonces ha sido la correcta.
Encarnación, por último, es el nombre de una ciudad paraguaya que se desarrolla junto al río Paraná y de varias personalidades históricas, tanto mujeres como hombres.