Una respuesta errónea impide completar un crucigrama.
TemasAlgunos ejemplos
Veamos el término en contexto a través de las siguientes oraciones de ejemplo: “Por un cálculo erróneo de los impuestos que debía pagar, finalmente el automóvil me salió mucho más caro de lo que había previsto en un primer momento”, “Nunca recibí el paquete por culpa de un dato erróneo en mi registro”, “Creo que la política exterior de este gobierno es errónea”.
En el primer ejemplo, un error en los cálculos le causó al emisor la obligación de pagar un monto mayor del que esperaba por un coche. El segundo habla de un envío que se extravía por un error en los datos del destinatario. El último es una opinión que califica de erróneo el modo en el cual un gobierno lleva su política exterior.
Objetividad y subjetividad
En algunos contextos, lo erróneo alude a un fallo objetivo o concreto. Supongamos que un individuo, viendo un programa de televisión, toma nota de una receta para preparar una torta. Cuando el cocinero indica que deben emplearse 500 gramos de harina, el televidente se confunde y escribe 50 gramos. Por eso, cuando realiza la preparación, el resultado es decepcionante. En este caso hay un uso evidentemente erróneo de los ingredientes, ya que no se empleó la cantidad indicada por el chef.
La calificación de algo como un error, de todos modos, puede deberse a una opinión o a una mirada subjetiva. Un economista puede asegurar que las medidas anunciadas por un funcionario son erróneas ya que, de acuerdo a su visión, no contribuirán a generar mayor actividad ni a mejorar la situación de los habitantes. Para el funcionario en cuestión, en cambio, se trata de una iniciativa acertada.
En este marco debemos hacer una distinción entre un error objetivo (como el que ocurre al confundir un paso de una receta definida) y uno subjetivo (si se califica como tal por medio de una opinión). Si bien no siempre es fácil distinguir ambas categorías, para calificar una acción o afirmación de erróneas y hacerlo de manera objetiva es necesario contar con una base teórica sólida e irrefutable, y que no se trate de una opinión. Por ejemplo: el acoso escolar es un comportamiento erróneo porque provoca daño de manera injusta a un niño.
Lo mismo no ocurre cuando se habla de una estrategia ajena: el economista que critica negativamente las medidas de un funcionario no puede probar su opinión con hechos, sino que lo hace meramente desde la teoría y la experiencia. De hecho, una misma medida puede resultar efectiva en un contexto e inefectiva en otro. De modo similar, calificar una opinión como errónea no suele ser aceptado, a menos que se trate de una que apruebe un proceder opuesto a las leyes o la moral: expresar el gusto por una película, un plato de comida o un deporte no puede ser incorrecto ni correcto.
Hay comportamientos erróneos que también pueden ser calificados como «erráticos».
No confundir con «errático»
Por otra parte, es importante mencionar que erróneo y errático no significan lo mismo. Lo erróneo está equivocado, mientras que lo errático está asociado a lo errante: a un frecuente cambio de dirección o rumbo.
Claro que en algunos contextos, incluso su confusión puede no percibirse con mucha claridad, ya que sus significados -aunque expresamente diferentes- pueden hacer referencia a un mismo caso. Por ejemplo, el comportamiento de una persona que se encuentra en una mala época y no hace otra cosa que cometer errores, como ser entregarse a los vicios y alejarse de sus seres queridos, puede ser descrito como «errático» (por no tener un rumbo claro) pero también como «erróneo» (ya que no es correcto).
