El vocablo griego stómachos llegó al latín como stomăchus, que a su vez se convirtió en castellano en estómago. Así se denomina al órgano del sistema digestivo que se halla entre el intestino y el esófago.
Ubicado en el sector superior del abdomen, el estómago se encarga de almacenar y procesar la comida. En esta estructura, el bolo alimenticio se transforma en quimo gracias a las sustancias segregadas por las paredes del órgano. Los jugos gástricos, por lo tanto, ayudan a triturar los alimentos para que, ya transformados en quimo, continúen su recorrido hacia el intestino delgado en el marco del proceso de digestión.
Aunque sus características dependen de la edad y de otros factores, por lo general el estómago de un ser humano mide cerca de veinte centímetros de largo cuando está vacío. Estas dimensiones le brindan una capacidad de almacenamiento de unos 1,5 litros.
El tiempo que el alimento permanece en el estómago varía según el tipo de comida. Un alimento sólido, por ejemplo, puede estar en el estómago entre una y seis horas.
Entre las enfermedades y los trastornos que pueden afectar al estómago, la gastritis es uno de los problemas más frecuentes. Se trata de la inflamación de la mucosa estomacal o gástrica, que recubre el interior de las paredes del estómago. Esta hinchazón, que puede producirse por estrés, consumo excesivo de analgésicos o malos hábitos en la alimentación, puede provocar dolor, ardor, náuseas y vómitos.
Los problemas en el estómago son muy frecuentes, en gran parte porque son muchos los factores que pueden causarlos. Otro de ellos es el denominado reflujo gástrico, una condición que se da cuando el ácido del estómago sube al esófago, algo que puede tener lugar por la noche o después de comer. Entre los síntomas más evidentes destaca un ardor muy fuerte en la zona central del pecho.
Si bien el reflujo gástrico es relativamente común, si sus síntomas se interponen en el normal desarrollo de las actividades diarias del paciente o si aparecen más de una vez cada siete días, entonces puede ser que se encuentre ante la enfermedad de reflujo gastroesofágico, cuyos síntomas incluyen erosión en la superficie de los dientes, acidez estomacal, dolor en el pecho, dificultad para respirar y tragar, náusea y mal aliento. En un caso como éste, es importante buscar ayuda profesional.
El ardor estomacal es a menudo un síntoma de un problema más grave, como hemos visto anteriormente, pero también puede ser una condición en sí misma que aparezca de forma aislada como consecuencia de haber ingerido algún alimento demasiado picante o de haberse excedido en las comidas. Por otro lado, cuando esto se combina con problemas para tragar, sangre en las heces o pérdida de peso involuntaria, entre otros, entonces deja de ser una condición pasajera a una alerta de un trastorno potencialmente grave.
La enfermedad de reflujo gastroesofágico afecta al 20% de la población occidental, y entre sus consecuencias más graves están las úlceras. Aunque muchos adjudican su aparición a la gastritis, la verdad es que surge por un fallo en el esfínter esofágico interior, una válvula que se encuentra entre el esófago y el estómago.
Algunas complicaciones relacionadas con el estómago no se enfocan en este órgano directamente, sino que lo implican. Tal es el caso del síndrome del intestino irritable, una de las enfermedades digestivas más frecuentes. Precisamente, uno de sus síntomas comunes es la incomodidad estomacal, así como los dolores, la diarrea, el estreñimiento y la distensión abdominal, y deben repetirse varias veces al mes durante varios meses.
Cabe destacar que el hombre suele aprovechar el estómago de distintos animales para la producción de pelotas y otros productos o incluso como alimento (tal es el caso del mondongo o los callos).
