El término falible deriva del latín fallĕre, que puede traducirse como “engañar”. Su antecedente etimológico más lejano, de todas formas, se halla en el bajo latín fallibilis.
Este adjetivo se utiliza con referencia a aquello o aquel que puede fallar o incurrir en una falta. Lo falible, por lo tanto, no es perfecto ni garantiza la eficacia. Por ejemplo: “Los organizadores del torneo anunciaron que modificarán el método de competencia ya que consideran que el sistema actual es falible”, “Este programa antivirus es falible porque muchas veces no reconoce los archivos maliciosos que pueden provocar una infección”, “El delantero, que no suele fallar en este tipo de situaciones, demostró ser falible y desperdició una clara chance de gol”.
Todo ser humano es falible ya que puede cometer errores. Según el contexto y la acción en cuestión, los fallos pueden ser menores o tener mucha gravedad.
Tomemos el caso de un neurocirujano (un médico que se especializa en cirugías en el sistema nervioso). Debido a que la vida de sus pacientes depende de su accionar, lo ideal sería que este profesional fuera infalible: es decir, que no pudiera fallar. Sin embargo, al ser falible como cualquier persona, hay probabilidades de error en su actividad. A través del estudio, la experiencia, el trabajo en equipo y la tecnología, el neurocirujano intentará reducir todo lo posible dichas probabilidades.
Veamos, por otro lado, el tema de los lanzamientos de tiros libres en el básquetbol (baloncesto). Para algunos jugadores, encestar es relativamente fácil; para otros, mucho más difícil. Todos los basquetbolistas, de todos modos, son falibles. Incluso los más certeros desde la línea de lanzamientos, como Stephen Curry, quien suele acertar más del 90% de sus tiros libres.
A lo largo de nuestra vida, las presiones sociales, que suelen comenzar por parte de nuestros mayores, intentan conducirnos a un camino de éxito. Nos enseñan desde pequeños a mirar hacia arriba, a apuntar tan alto como podamos, y esto nos lleva a pensar que ningún logro que se encuentre por debajo de la perfección es suficiente. Sobra decir que sentir esto es nocivo y puede poner en riesgo toda la estructura emocional de una persona.
Alcanzar la perfección no es posible, ya que no tenemos pruebas de que tal estado exista. Nos gusta decir que «la naturaleza es perfecta», por ejemplo, para exaltar el aparente equilibrio en el cual se desarrollan sus especies y los procesos que llevan a cabo, pero incluso en este marco podemos encontrar defectos, muchos de los cuales dan lugar a la llamada evolución. Ser falible, por lo tanto, a veces puede abrirles las puertas a cosas buenas.
Los sinónimos del término falible que podemos encontrar en el diccionario nos presentan un cuadro bastante amplio, que incluye las dos acepciones mencionadas hasta el momento, como podemos apreciar a continuación: equívoco, engañoso, inexacto, erróneo, incierto, equivocado e inseguro. Podemos notar que algunos hacen referencia a «no decir o mostrar la verdad», mientras que otros se relacionan con la imperfección propia de lo falible.
Por otra parte, entre sus antónimos encontramos los siguientes tres: cierto, inequívoco e infalible. Resulta interesante señalar que en el habla cotidiana no es común cruzarse con esta palabra, sino que en su lugar suelen aparecer imperfecto o defectuoso, entre otros que varían según la región y el ámbito del cual se hable. Sin embargo, su antónimo infalible sí es muy usado en el lenguaje popular, a pesar de contenerla íntegra y simplemente distinguirse de ella por el prefijo in-. Esto no demuestra lo impredecible de la lengua, quizás por también tratarse de algo falible: por ejemplo, no puede garantizar la efectividad de sus reglas en todos los casos, y por eso existen tantas excepciones.