Se denomina fardo a un conjunto de elementos que son atados para formar un bloque y así facilitar su traslado o almacenamiento. Los fardos suelen ser mercaderías que se pretenden transportar entre distintos puntos.
Por ejemplo: «Por favor, ayúdame a acomodar los fardos de ropa en el depósito», «La policía descubrió varios fardos de marihuana ocultos en la parte trasera del camión», «Los fardos de algodón ya están preparados para su transporte».
Los fardos de paja, también llamados balas de paja y pacas de paja, son bloques prensados que se emplean para la preservación del alimento que ingieren los animales en el campo. En un principio, los fardos solían tener forma de prisma, aunque en la actualidad se prefieren los fardos cilíndricos ya que pueden ser manejados con maquinaria.
Diversos cultivos que se destinan a forraje pueden ser cortados y procesados para que, al secarse, se puedan formar los fardos. Por lo general cada fardo de paja pesa unos dieciocho kilogramos.
En muchos casos, no es fácil elaborar un fardo de calidad satisfactoria, en especial si lo hacemos en una época poco favorable. Si debemos prepararlo en primavera, por ejemplo, los factores del clima pueden afectar la calidad de forma considerable. Al reservar forraje se asume que el material cambiará desde el día en que se recoge hasta el momento en el que se usa, y por eso es tan importante escoger el mejor cultivo posible.
Además de la calidad del material, es necesario recogerlo en el momento adecuado según la especie y haber decidido a qué animales le daremos el fardo. Por otro lado, también debemos prestar atención en las fases que siguen al corte, es decir en el enfardado, el almacenamiento y, por último, el suministro mismo, para reducir al mínimo las probabilidades de pérdida de calidad.
Cortar la pastura en el momento ideal no es fácil, ya que en parte depende del tipo de cultivo. Por ejemplo, en el caso del raigrás, la avena o la cebada, el estado vegetativo influye directamente en el rendimiento en materia seca (es decir, en la calidad y la cantidad que se puede cosechar) y esto determina el mejor momento para cortarlos. Con el paso del tiempo, la planta se vuelve más madura y esto repercute positivamente en el rendimiento en materia seca, aunque negativamente en el porcentaje de proteína que contiene.
En el caso de las praderas, el mejor momento para el corte coincide con la floración de las gramíneas y de las leguminosas. La alfalfa, por otro lado, es una brillante alternativa dadas sus cualidades nutritivas y la calidad del forraje; con respecto al momento en el cual se recomienda cortarla, los expertos indican que se halla entre el comienzo y la mitad del proceso de floración, cuando se pueden conseguir volúmenes considerables de materia seca sin perder la calidad.
Para saber si el material cortado tiene el grado de humedad adecuado para ser enfardado algunos expertos rascan los tallos: si la epidermis de la planta se desprende, entonces todavía no está lista.
En el lenguaje coloquial de algunas regiones, se suele hablar de fardo con referencia a una carga pesada que una persona delega en otra para no hacerse cargo de ella: «Mi socio se fue de vacaciones y me dejó a mí el fardo», «El ex presidente inauguró una obra que no funciona y le pasó el fardo al actual mandatario», «Dígale al dueño de la empresa que se haga cargo y que no pretenda tirarles el fardo a otros».
«El fardo», por último, es el título de un cuento escrito por el autor nicaragüense Rubén Darío que forma parte de su libro «Azul», publicado en 1888.