Del francés farce (y este, a su vez, del latín farcire), una farsa es una pieza cómica, por lo general bastante breve, cuyo único objetivo es hacer reír a los espectadores. En la antigüedad, se utilizaba el término para referirse a todo tipo de comedia.
El mencionado vocablo latino farcire significa “rellenar”, un verbo que hace referencia a la costumbre de utilizar las farsas como interludios cómicos dentro de los dramas.
En la actualidad, se conoce como farsa a la compañía de farsantes (es decir, las compañías teatrales dedicadas al género) y, en forma despectiva, a la obra dramática que resulta grotesca y desarreglada.
La farsa en el teatro
El sentido de la farsa como género teatral es desvelar ciertas normas y demostrar su calidad de fatuas. Suele utilizarse este estilo para criticar la forma en la que viven los seres humanos, manifestando diferentes posturas en torno a la organización social y a las imposiciones que los individuos siguen a rajatabla y que en el fondo no los llevará a ninguna parte.
Si bien es un género no-realista, se encuentra estrictamente relacionado con la realidad, necesita de ella, de la vida social, de las relaciones entre los seres humanos, de las posturas religiosas e ideológicas y de la psicología de la época y el lugar al cual representa. Se retroalimenta de estas cosas, las analiza y permite llegar a una conclusión irrisoria de la realidad pero no por eso, descabellada. Es una forma de desenmascarar todo aquello que pueda ser engañoso o que pueda tener una doble interpretación.
Surgimiento del género
Las farsas surgieron en la época medieval, cuando los géneros teatrales dominantes eran los misterios y las moralidades. Este nacimiento casi marginal hizo que, por mucho tiempo, fueran asociadas a los sectores más humildes de la sociedad. Además, como surgieron como una forma de rechazo a los mandatos religiosos, no era bien mirado por aquéllos que seguían rigurosamente las leyes impuestas por la Iglesia.
Los personajes que forman parte de una farsa actúan de manera extravagante pero manteniendo la credibilidad y la verosimilitud. La trama de estas obras intenta mostrar la realidad de forma muy exagerada. Esto hace que las farsas puedan realizar una crítica social desde el humor.
En sus orígenes, consistían en breves interludios que se interpretaban antes de los dramas, para rellenar el programa; sin embargo, con el correr de los años fueron adquiriendo popularidad e importancia, hasta el punto de llegar a constituirse como un género bien diferenciable.
Características de la farsa
Generalmente una farsa se burla de las creencias populares e intenta manifestarse como un espejo de la sociedad, poniendo en ridículo aquellas cosas de la misma que no sean loables y utilizando para ello el imaginativo colectivo. Suele estar comprendida por situaciones en extremo extravagantes, llenas de comicidad y bufonería y sobre todo, con un uso del lenguaje muy poco refinado.
Otra de sus características es que posee un final abierto o feliz, nunca termina en tragedia como las otras obras, y sirve para que el público pueda reírse de sí mismo y de las limitaciones que su propia realidad tiene.
Algunos ejemplos de obras de este género podrían ser ciertas obras de teatro para niños llenas de picardía, ciertos filmes de Charles Chaplin, el Teatro Bufo cubano y el teatro absurdo.
El término en el lenguaje coloquial
Por último, más allá del mundo del teatro, una farsa es cualquier enredo o tramoya que pretende engañar a alguien.
Por ejemplo: “Cuando era chico, mi familia montó una farsa para que yo no me diera cuenta que el canario había muerto”, “La vida de los personajes públicos es una farsa, siempre deben aparentar algo que, en realidad, no son”, “Terminemos con la farsa y hablemos con la verdad”.