Una felonía es una traición o un perjurio. Se trata de un acto desleal, condenable desde el punto de vista moral.
Por ejemplo: “Cuando vi a mi novio besarse con mi mejor amiga, no pude creer semejante felonía”, “El responsable de tal felonía no debería recibir ningún tipo de reconocimiento u homenaje”, “El pueblo fue víctima de la felonía de sus gobernantes, que hicieron lo opuesto a lo que se habían comprometido a realizar”.
En ciertos contextos, la idea de felonía se emplea como sinónimo de delito. Esto se debe a que la felonía es una acción reprobable. De todos modos, los académicos recomiendan tener precaución con este uso del término, ya que no es apropiado en el terreno jurídico.
Esta asociación entre felonía y delito está vinculada al vocablo felony, de la lengua inglesa. Los estadounidenses recurren al concepto de felony para nombrar al delito cuya pena puede ir desde un año de cárcel hasta reclusión perpetua o incluso la pena de muerte. Esta particularidad hace que se hable de felonía, también en castellano, para aludir a esta clase de delitos.
Un robo o un asesinato, en este marco, son felonías. Las infracciones o faltas que se castigan con menos de un año de prisión, en cambio, no son llamadas felonías, debido a que corresponden a lo que en inglés se menciona como misdemeanor.
Felonía, por último, era la falta cometida por el vasallo que incumplía con la fidelidad que debía tener hacia su señor. Esta utilización de la palabra nos remite a los tiempos del feudalismo.
Recordemos por un momento los conceptos recién mencionados. El régimen del feudalismo fue un sistema político que se caracterizó por la descentralización del poder. Existió sobre todo en la región occidental del continente europeo entre los siglos X y XI, es decir en plena Edad media. Cabe señalar que no existe una única versión acerca del momento en el que comenzó o de su duración. Entre los siglos XV y XVIII, por otra parte, predominó en la región oriental de Europa.
En este contexto se hablaba de un señor feudal y su vasallo; este último debía jurarle fidelidad al primero, para comenzar una relación basada en la servidumbre, especialmente en los terrenos militar y político, y tenía como recompensa un cierto beneficio que solía ser el usufructo de un territorio y la autoridad sobre su población.
Retomando las recomendaciones de las academias del lenguaje por dejar este término fuera del vocabulario legal, basta con echar un vistazo a los sinónimos más comunes para entender que su uso no tiene un vínculo con el derecho sino con el plano emocional de las personas involucradas: traición, deslealtad, canallada, infamia, perfidia y alevosía son algunos de los más usados para sustituir felonía. Con respecto a sus antónimos, podemos mencionar fidelidad y lealtad.
Tanto es así que en el propio diccionario de la Real Academia Española lo definen como una «acción fea», es decir, una que genere desagrado en quien la recibe. Uno de los ejemplos expuestos en un párrafo anterior refleja con mucha claridad esta característica de la felonía: la infidelidad en la pareja, en particular con alguien de confianza de la víctima. Si bien existen vías legales para tratar este tipo de felonía, la peor parte es la herida irreparable que genera en la persona engañada.
Como suele suceder con otros términos, felonía no se usa en el habla cotidiana, sino que se reserva para el lenguaje escrito o académico. En la actualidad no es común que alguien emita una acusación verbal usando esta palabra, sino que en su lugar se pueden usar la mayoría de los sinónimos expuestos hasta el momento.